El “Ona” un refugio reconfortante en medio de la nada

La Antártida Argentina forma parte del patrimonio cultural e identitario de cada ciudadano de nuestro país, desde la infancia misma, cuando en las aulas se trabaja con la silueta cónica de un territorio que se sabe lejano, gélido y propio. En concordancia, forman parte del calendario de conmemoraciones fechas como el 22 de febrero, Día de la Antártida o el 21 de junio, en que se alude al Día de la Confraternidad Antártica.
Para ilustrar a nuestros lectores sobre la historia de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de civiles y militares a diario ratifican soberanía con su presencia, Diario Prensa Libre invitó al especialista en temas antárticos, docente y militar retirado, Alejandro Bertotto, a compartir sus conocimientos.

En el marco del proyecto argentino – germano, de fotointerpretación satelital y climatología “Perito Moreno”, participaba por primera vez en 1995 la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. En dicha actividad científica en la Antártida, se incorporaba al programa a científicos locales como el Dr. Jorge Strelin, del CADIC, y se establecía una cadena de refugios en la zona de los glaciares de la base San Martín. El objetivo era apoyar las acciones tendientes a cruzar el Antartandes por debajo del círculo polar antártico, a la altura de la BASM y anualmente además instalar un refugio científico para que pudiera ser utilizado por los integrantes de aquella exploración polar. También se sumaría al proyecto una moto de nieve provista por Tierra del Fuego para facilitar la movilidad del equipo de investigación.

Así fue que desde el incipiente organismo antártico provincial se diseño, licitó y supervisó la construcción de un refugio especialmente concebido para la zona. Su característica principal era su capacidad de ser transportado mediante helicóptero, en dos módulos y con gran facilidad para su instalación. Se trataba de dos cubos de fibra de vidrio y resina, preparados para ser enganchados desde el aire para luego ser depositados sobre trineos y asegurados en el terreno.

 

El refugio «Ona», un oasis en el paisaje antártico.

 

El primero de estos refugios se lo bautizó con el nombre de “Ona” en homenaje a una de las comunidades más conocidas de los pueblos originarios que habitaban el sur de la Tierra del Fuego. En los años subsiguientes debería continuarse la construcción de nuevos refugios en homenaje a otros pueblos originarios fueguinos.

“El Ona” se emplazó finalmente en los glaciares de BASM en 1995, fue transportado a la Bahía Margarita por el Rompehielos Almirante Irizar y desembarcado y emplazado por helicópteros Sea King de dotación del Q-5.

En su diseño gravitó especialmente la necesidad de alojar al menos a un grupo de cuatro científicos, permitiendo comodidades para trabajo con un laboratorio de campaña, racionamiento y descanso con cuatro cuchetas. También disponía de un baño químico, dispositivo de comunicaciones, antenas, generador eléctrico, etc.

Ese año también fue provista a la expedición, por parte del gobierno fueguino, la moto de nieve Ski Doo comprometida y se comisionó a la Universidad de Friburgo al Dr. Strelin para que se pudiera interiorizar de cuestiones técnicas junto al equipo alemán.

El proyecto iniciado por el Instituto Antártico Argentino, la provincia de Tierra del Fuego y los alemanes de Friburgo, se ha convertido desde entonces en un apoyo fundamental para el patrullaje de los glaciares de BASM. El refugio fueguino continúa sirviendo hasta hoy a los exploradores antárticos que año, a año, circulan por el sector, brindándoles abrigo y seguridad con un bajo esfuerzo de mantenimiento.


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Diario Prensa
Noticias de:  Ushuaia – Tolhuin – Río grande
y toda Tierra del Fuego.

http://www.diarioprensa.com.ar


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