La Antártida Argentina forma parte del patrimonio cultural e identitario de cada ciudadano de nuestro país, desde la infancia misma, cuando en las aulas se trabaja con la silueta cónica de un territorio que se sabe lejano, gélido y propio. En concordancia, forman parte del calendario de conmemoraciones fechas como el 22 de febrero, Día de la Antártida o el 21 de junio, en que se alude al Día de la Confraternidad Antártica. Para ilustrar a nuestros lectores sobre la historia de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de civiles y militares a diario ratifican soberanía con su presencia, Diario Prensa Libre invitó al especialista en temas antárticos, docente y militar retirado, Alejandro Bertotto, a compartir sus conocimientos. |
En el ingreso mismo al tercer milenio, el comandante antártico del Ejército, coronel EDB y VGM Miguel Perandones, se propuso rememorar la expedición Operación 90, protagonizada 35 años antes por la patrulla encabezada por el general Jorge Edgard Leal, y preparada y conducida por el vecino de Ushuaia don Gustavo Adolfo Giró. ¿Y para semejante homenaje qué mejor que organizar una nueva campaña terrestre hacia el confín más austral del planeta?.
El proyecto original incluía un grupo de exploradores de 10 hombres, entre los que se contaba uno muy especial para los fueguinos. El “Turco” Perandones viajó especialmente a Ushuaia para invitar a un vecino de la capital, que justamente se llamaba Gustavo Giró y que era nada menos que el hijo de aquel prohombre antártico. Así, la nueva expedición contaría también con un Gustavo Giró entre sus participantes.
Lamentablemente problemas de falta de interés en las instituciones que rigen el quehacer antártico argentino y su presupuesto, no permitió la obtención de apoyo oficial para la campaña, lo que puso su ejecución en estado de inanición económica.
Afortunadamente, una vez más apareció en la encrucijada don Gregorio Pérez Companc, uno de los hermanos que había aportado el “Santa Micaela” a Pujato para concretar la expedición de 1951. Don “Goyo” pidió al comandante que le permita colaborar con la patriada aportando a la patrulla el material rodante que los debía trasladar y fue así que adquirió y donó todas las motos de nieve para los exploradores. Sin embargo, igualmente hubo que reducir integrantes y riesgos, razón por la cual Giró hijo debió quedar fuera de la aventura.
El 5 de enero de 2000 luego de innumerables inconvenientes, la patrulla alcanzaba el Polo Sur Geográfico, habiendo partido de Base Belgrano II, la Segunda Expedición Terrestre Argentina al Meridiano 90º Sur.
A lo largo de más de 4.000 kilómetros recorridos en una compleja y extenuante marcha colmada de riesgos e incertidumbre, siete hombres del Ejército Argentino y un científico, escoltaron, una vez más y luego de 35 años, a nuestra enseña patria hacia los confines del sexto continente.
Sus nombres son: jefe de Expedición Terrestre, teniente coronel Víctor H. Figueroa, capitán médico Nicolás E. Bernardi; subofificial primero Julio C. Dobarganes; sargento ayudante Ramón R. Celayes; sargento ayudante Luis A. Cataldo; sargento 1ero Juan J. Brusasca; sargento 1ero Daniel R. Paz y el científico Juan D. Agüero.
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