Milstein, Leloir, Houssay, son premios Nobel en ciencia, y argentinos.
Somos el único pais de Latinoamérica con tres científicos premiados con ese prestigioso galardón. Y todos son de la UBA.
También podemos citar al doctor y profesor Ricardo Finoccieto, eximió cirujano, inventor del fronto luz que lleva su nombre; del gorro que cubre la nuca que se usa hasta en la NASA y de valvas de cirugía e instrumental quirurgico. Sin dudas desarrolló innovadoras técnicas quirúrgicas.
Y al profesor José María Mainetti de la universidad de La Plata, inventor del separador autoestatico para cirugías de pelvis.
Y al Dr. René Favoloro, inventor del bypass coronario, y de una innumerable cantidad de instrumental, nacido en el barrio El Mondongo, de la UNLP.
Y al Dr. Julio Palmaz, inventor del stent coronario, de la UNLP.
Solo estos últimos dos médicos salvaron millones de vidas en el mundo y ambos pertenecieron a la universidad pública de Medicina de La Plata.
Podría seguir mencionando al profesor y doctor Alejandro Posadas, formado en Francia y quien fuera filmado realizando la extirpación de un quiste hidatídico hepático a un hombre de campo, sin guantes, con traje corbata y guardapolvo. Fue la primera cirugía filmada en la historia de la medicina mundial, realizada en el antiguo Hospital de Clínicas, hospital escuela que depende de la UBA.
Miles de futuros profesionales pasan hoy por esas aulas, y en el futuro serán nuestros médicos tratantes.
Fue la Universidad pública la que le permitió a un hijo de tintoreros japoneses poder recibirse de médico. El primer profesional de una familia que no hablaba castellano.
A la hija de un hachero recibirse de abogada.
Al hijo del mecánico ser ingeniero.
Al hijo del panadero ser contador.
Al hijo del verdulero ser profesor de educación Física.
A la hija de un taxista poder diseñar ropa de alta costura.
Gente común, laburantes, que pudieron lograr que sus hijos sean educados. Y que los superen.
Le temen al pobre que se educa. Un pobre educado sería el final de sus espurios deseos.
Por eso la sociedad tiene que apoyar a la Universidad pública y gratuita.
La solución para esta triste realidad que nos golpea diariamente es la educación de calidad, el acceso a información de alto vuelo. Nada se construye sobre cimientos de ignorancia.
Nadie mejor que los padres fueguinos, tan lejos de las grandes ciudades a las que sus hijos emigran para formarse en carreras que en su lugar natal no se dictan, saben del esfuerzo que significa ayudarlos a cumplir sus sueños. Ellos merecen poder volver a su tierra un día con su título profesional y también lo merece Ushuaia, tan próxima a cumplir 140 años de existencia, porque las ciudades también así se nutren.
Queremos desfiles del 12 de Octubre con columnas de profesionales de las universidades públicas marchando. Y criando a sus hijos acá, donde las montañas y el mar los abraza.