La Antártida Argentina forma parte del patrimonio cultural e identitario de cada ciudadano de nuestro país, desde la infancia misma, cuando en las aulas se trabaja con la silueta cónica de un territorio que se sabe lejano, gélido y propio. En concordancia, forman parte del calendario de conmemoraciones fechas como el 22 de febrero, Día de la Antártida o el 21 de junio, en que se alude al Día de la Confraternidad Antártica. Para ilustrar a nuestros lectores sobre la historia de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de civiles y militares a diario ratifican soberanía con su presencia, Diario Prensa Libre invitó al especialista en temas antárticos, docente y militar retirado, Alejandro Bertotto, a compartir sus conocimientos. |
La Base Carlini, ubicada en la caleta Potter de la isla 25 de Mayo, es uno de los centros de investigación más emblemáticos de Argentina en la Antártida. Su historia comenzó en 1953 como refugio Potter, y ha pasado por diversas transformaciones hasta convertirse en un destacado centro de investigación científica en la región, especializado en biología marina y sismología.
En 1982, la Armada Argentina transfirió las instalaciones a la Dirección Nacional del Antártico, nombrándola Base Jubany en honor al teniente José Isidro Jubany. Posteriormente, en 2012, se la renombró como Base Carlini en homenaje al científico Alejandro Ricardo Carlini, quien dedicó más de dos décadas a la investigación en la Antártida.
Desde su ubicación estratégica, la base ofrece condiciones privilegiadas para el estudio de la vida marina y de los ecosistemas antárticos. Cuenta con un laboratorio de investigación hiperbárica y una estación de monitoreo sísmico, lo que permite registrar eventos telúricos y obtener muestras de biodiversidad marina. Además, en colaboración con el Instituto de Física Atmosférica de Roma y el Instituto Antártico Argentino, alberga una estación sismológica permanente desde 2001.
La biodiversidad en la zona es notable. Las aves más comunes son: pingüinos (Papúa, Adelia y de Barbijo), petreles (Gigante, de Wilson), cormoranes imperiales, skúas, gaviota cocinera y en menor cantidad gaviotines y palomas antárticas.
En la bahía Guardia Nacional, ubicada entre las islas 25 de Mayo y Nelson, se encuentra un apostadero reproductivo del elefante marino del sur (Mirounga Leonina), en las cercanías de la base Jubany. Se observan también, gran cantidad de ejemplares de leopardos marinos (Hydrurga Leptonyx), focas de Weddell (Leptonychotes Weddellii), cangrejera (Lobodon Carcinophagus) y peletera o lobo de dos pelos (Arctocephalus Gazella), y la presencia esporádica de cetáceos.
La base también cuenta con el laboratorio Dallmann, dotado de avanzados equipos de investigación cedidos por Alemania y Países Bajos, en el marco de acuerdos de cooperación con el Alfred-Wegener-Institut y la Netherlands Geosciences Foundation. Estos acuerdos permiten el uso compartido de tecnología y conocimientos, fortaleciendo el compromiso de los países firmantes del Tratado Antártico para proteger este ambiente único.
En la Base Carlini, el esfuerzo por la ciencia se combina con una clara política de conservación ambiental. Gracias a la planta depuradora biológica cedida por Países Bajos, la base cuenta con un sistema de tratamiento de residuos que ayuda a mantener la pureza de su entorno. Así, la Base Carlini se erige como un símbolo de la ciencia en el extremo sur, trabajando en pos de la investigación y la protección del ambiente antártico.