Homenaje al médico rural que transformó vidas.
Esteban Laureano Maradona, el «doctor Maradona», dedicó su vida al servicio desinteresado de las comunidades rurales e indígenas. Su historia, llena de altruismo y abnegación, inspiró la institución del Día Nacional del Médico Rural.
La historia de Esteban Laureano Maradona, conocido como el «doctor Maradona», es un ejemplo de cómo un hecho fortuito puede transformar la vida de una persona y de toda una comunidad. Este médico, naturalista y filántropo nació en Esperanza, provincia de Santa Fe, el 4 de julio de 1895, y pasó a la posteridad por su dedicación absoluta a los más necesitados.
En 1935, mientras viajaba hacia Buenos Aires para establecerse como médico en Lobos, un tren detenido en un paraje remoto llamado Guaycurú (hoy Estanislao del Campo) cambió su destino. Una emergencia médica lo llevó a atender a una mujer en parto. Tras salvar a la madre y al bebé, el tren partió sin él. En el andén lo esperaban los habitantes del lugar, quienes le pidieron quedarse, ya que no contaban con atención médica. Maradona aceptó, dejando atrás la vida cómoda que lo esperaba en la ciudad.
Durante más de 50 años, el doctor Maradona ejerció en condiciones extremadamente precarias en Estanislao del Campo, provincia de Formosa. Vivía en una humilde vivienda sin luz ni agua potable, y atendía a criollos e indígenas sin cobrar honorarios. Integró conocimientos de medicina tradicional con sus estudios académicos y se ganó el respeto de las comunidades indígenas pilagá, quienes lo llamaban «Piognak» o «doctor Dios».
Además de su labor médica, Maradona se preocupó por mejorar las condiciones de vida de la región. Fundó una colonia pilagá y una escuela, elaboró un diccionario de idioma pilagá, y denunció la explotación y las condiciones infrahumanas en las que vivían las comunidades indígenas y los trabajadores rurales. Combatía enfermedades como la lepra, el mal de Chagas y la tuberculosis, y llegó a operar en lugares improvisados, como carretas o a la luz de un fogón.
Maradona también tuvo un rol destacado en la guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y Paraguay, donde se ofreció como médico voluntario para atender a soldados de ambos bandos. Su máxima era que “el dolor no tiene fronteras”.
En 1980, su obra fue reconocida con el Premio al Médico Rural. Sin embargo, Maradona donó el dinero para ayudar a médicos recién recibidos. Rechazó constantemente honores y beneficios económicos, y en dos ocasiones fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz, distinción que también declinó recibir.
La vida de Esteban Laureano Maradona nos invita a reflexionar sobre los valores que elegimos resaltar como sociedad. En una Argentina donde otro Maradona, Diego, también marcó la historia desde el deporte, el «doctor Maradona» nos deja un mensaje de servicio desinteresado y altruismo que trasciende las generaciones. Mientras recordamos sus palabras: “El dolor no tiene fronteras”, también podemos preguntarnos qué ejemplos estamos transmitiendo a las generaciones futuras.