El largo camino de la Fuerza Aérea Argentina hacia la Antártida. | Parte 1
La Antártida Argentina forma parte del patrimonio cultural e identitario de cada ciudadano de nuestro país, desde la infancia misma, cuando en las aulas se trabaja con la silueta cónica de un territorio que se sabe lejano, gélido y propio. En concordancia, forman parte del calendario de conmemoraciones fechas como el 22 de febrero, Día de la Antártida o el 21 de junio, en que se alude al Día de la Confraternidad Antártica. Para ilustrar a nuestros lectores sobre la historia de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de civiles y militares a diario ratifican soberanía con su presencia, Diario Prensa Libre invitó al especialista en temas antárticos, docente y militar retirado, Alejandro Bertotto, a compartir sus conocimientos. |

A partir de 1949, la Fuerza Aérea Argentina comenzó a trazar su camino hacia la Antártida, abriendo nuevas rutas aéreas para el país. El avión Avro Lincoln “Cruz del Sud” marcó un hito importante al convertirse en el primer avión de la Fuerza Aérea Argentina adaptado para vuelos antárticos, logrando realizar el primer vuelo exitoso hacia la Antártida en 1951.
En ese histórico vuelo, el “Cruz del Sud” cruzó el Círculo Polar Antártico, arrojando víveres en la Base “General San Martín” del Ejército Argentino. Ese vuelo inaugural, realizado por el vicecomodoro Gustavo Argentino Marambio, duró más de doce horas.
Sin embargo, la visión de los líderes de la Fuerza Aérea Argentina iba más allá de ese primer vuelo. En los años siguientes, la idea de una ruta aérea intercontinental hacia la Antártida comenzó a tomar forma gracias a la convicción y perseverancia de oficiales como el capitán Mario Luis Olezza, quien en 1962 asumió la dirección de la división Antártida.
Olezza consideraba la Antártida un “teatro de operaciones” tan desafiante como un campo de guerra. Con esa visión, impulsó la creación del Centro Pre-antártico en el glaciar Upsala en Santa Cruz y preparó el terreno para la siguiente gran etapa: la apertura de una ruta aérea directa hacia el Polo Sur, la “Ruta Transpolar”.
En 1962 se marcó el primer intento serio de la Fuerza Aérea por alcanzar el Polo Sur desde América, pero el vuelo que lideraba Olezza terminó en desastre cuando su avión se incendió en la estación científica Ellsworth. A pesar de este contratiempo y el aparente colapso del proyecto, Olezza no se dio por vencido. Ante este primer intento fallido, la resiliencia de Olezza pudo más.
El objetivo de abrir una nueva ruta aérea para conectar a Argentina con la Antártida seguía firme. La férrea convicción de Olezza y su capacidad para generar apoyo mediático fueron claves para retomar la “Operación Sur”, con un nuevo avión: el C-47 “Montañés”.