Según el Presidente de Parques Nacionales no hacen falta guías profesionales de turismo, pero seamos claros:
Quienes hoy quieran ir al Parque Nacional sin guía, pueden hacerlo, sean turistas o residentes. Es obligatorio cuando se trata de una excursión y esto es así porque solamente un guía profesional puede transmitirle la información requerida a quien adquiere ese producto, además de ayudarle a interpretar lo que está conociendo, los objetivos, la mirada adecuada y, sobre todo, los cuidados necesarios dentro de una reserva natural y cultural. Cuando el presidente de los Parques Nacionales determina que no es obligatoria la presencia de guías ignora la importancia de estos profesionales y solamente desregula un servicio a favor de una de las partes, no es a favor de los turistas, tampoco a favor de los trabajadores. Pero el Presidente parece también ignorar los objetivos de los Parques Nacionales porque para preservar las singularidades naturales e históricas, para protegerlas de comportamientos inadecuados, para educar y trasmitir conocimientos que ayuden a la interpretación de lo observado, hacen falta profesionales formados en ese sentido.
Considerar innecesaria la presencia de guías en un Parque Nacional, es creer que se puede invitar a un grupo de personas a una casa y luego dejarlas solas, es creer que estos santuarios solamente son una escenografía natural como cualquier otra, pero sobre todo es siempre desregular para un mismo lado, siempre para abajo, nunca para arriba.
Las y los guías de turismo no son parte de “la casta”. Son profesionales que hicieron una carrera universitaria con decenas de materias y exámenes que debieron aprobar. No entender esto es fomentar la improvisación, la inseguridad y una pésima calidad de la visita.
Este debate nos lleva a un proceso que vivimos hace 40 años. No es avanzar, por el contrario, es retroceder.