Salud versus marketing.
Como todos sabemos, la salud bucal parte de una correcta higiene, lo que implica un correcto cepillado dental y el uso de elementos interdentarios.
Para lograr un buen cepillado se deben tener en cuenta algunas características básicas del cepillo, que debe ser de cabezal pequeño y de cerdas rectas y suaves. En el mercado abunda una variedad de cepillos que sus fabricantes promocionan a través del famoso marketing y que no siempre tienen las cualidades que se dice que tienen. Lamentablemente, en pos de vender el producto, se dejan de lado conceptos relevantes en cuanto a ese elemento de higiene y se induce al paciente a elegir cepillos por fuera de lo recomendable para llevar a cabo una correcta higiene.
En concreto: el cepillo debe ser simple, y el paciente debe comprender que la calidad del cepillado es gracias a las maniobras que él mismo realice con sus manos. El cepillo por sí solo no hace magia.
También es importante derribar ciertas creencias sobre el tamaño del cepillo. Mucha gente considera que mientras más grande se es (en edad), más grande debe ser el cepillo y en realidad es todo lo contrario. El cepillo debe ser de cabezal pequeño cuanto más grandes seamos porque podremos alcanzar la zona de los últimos molares e higienizarla correctamente. Si por el contrario, elegimos un cepillo grande, por la musculatura facial y mandibular, va a ser imposible llegar al sector posterior de la boca.
En lo que respecta a los cepillos eléctricos, solo hay que comprender que el movimiento manual hay que realizarlo de todas formas para direccionar las cerdas hacia donde se acumulan las bacterias. Este tipo de cepillo cuenta con un cabezal rotatorio de cerdas que también requiere ser direccionado. Si bien es una buena opción para pacientes con movilidad reducida o que requieren de estimulación sensorial, aun así deben ser utilizados con maniobras que lo posicionen en la dirección correcta. Como se dijo antes, no hay magia.
Es importante destacar además que la correcta higiene de nuestra boca no empieza y termina con el tipo de cepillo y cómo lo manipulamos. Para la limpieza interdental (entre piezas dentarias) deberemos contar en nuestro botiquín con elementos como el hilo dental o los cepillos específicos interdentarios para lograr llegar a aquellos espacios entre dientes que son muy reducidos. Estos espacios interdentarios acumulan placa bacteriana al igual que el resto de las superficies dentarias, y al no ser removida generará caries entre los dientes y la consecuente inflamación del sector de encías próximo.
En relación a las pastas dentales, solo tenemos que tener en cuenta que ellas nos aportan flúor, un elemento que fortalece la dentición y que es fundamental para la estructura dentaria, por lo que cualquier pasta dental que contenga flúor estará bien. La manera de corroborarlo es mirando los ingredientes en el envase. Deberá decir “fluor 1.500ppm” lo que refiere a las partes por millón de flúor. Es preferible que siempre tenga de más, nunca de menos.
Por último, me referiré al elemento de higiene más consultado: el enjuague bucal. Este elemento es indicado en determinadas situaciones en las que el paciente requiere de un antiséptico, pero no debe usarse cotidianamente ya que elimina microorganismos que son benéficos para la cavidad bucal y que mantienen a raya a otros con más actividad patogénica. El enjuague debe ser indicado por el profesional en tiempo y forma sin abuso del mismo. Y si su uso es para combatir equivocadamente el mal aliento, hay que saber que éste no proviene más que de las bacterias que se instalan en la cavidad bucal, y que la única manera de eliminarlas es con la correcta higiene dental, no mediante enjuagues.
Es bueno finalmente que sepamos que no existe todavía nada que reemplace el correcto cepillado y los elementos interdentarios para evitar patologías gingivales y dentarias.
Y también que tengamos siempre presente que ¡la prevención es salud!.
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