Luego de fracasar la semana pasada en su intento de influir en el Tribunal Oral en lo Criminal y torcer la aplicación de la ley en ese ámbito, ahora las agrupaciones feministas ushuaienses intentan que los convencionales constituyentes redacten una nueva Carta Orgánica con “paridad de género”.
Mientras que hasta ahora los ciudadanos de la capital fueguina podían elegir libremente a quienes desean que los representen en las bancas del Concejo Deliberante de Ushuaia, indistintamente de su sexo o percepción de identidad sexual, a través de la aplicación del sistema de preferencias, el colectivo feminista está presionando para que el cuerpo deliberativo esté forzosamente integrado por un 50% de mujeres, en franco desprecio por la voluntad de los electores. La intentona confronta con el Art. 37 de la Constitución Nacional.
Ante el arribo de los convencionales constituyentes a la instancia de tratamiento de las normativas referidas a la integración de las bancas en el Concejo Deliberante capitalino, se presentaron en el recinto de sesiones que funciona en el salón Actuar, un grupo de mujeres con pancartas con la inscripción “Colectiva Feminista Ushuaia” para exponer acerca de su pretensión de que se modifique la letra de la Carta Orgánica vigente. Distintas oradoras plantearon a los constituyentes su intención de que los concejales sean mujeres en el 50% de su composición, independientemente de que los ciudadanos de Ushuaia decidan otras alternativas al momento de ejercer su derecho a elegir a sus representantes, a través del sistema de preferencias.
Cabe destacarse que en la historia del Concejo Deliberante existen sobrados antecedentes de períodos con integración mixta y una, la que se extendió desde 2015 a 2019, que contó solo con concejales de sexo masculino: Hugo Romero y Juan Carlos Pino (Frente Para la Victoria); Ricardo Garramuño y Gaston Ayala (Movimiento Popular Fueguino); Tomás Bertotto (PRO); Juan Manuel Romano (Unión Cívica Radical) y Silvio Bocchicchio (Partido Social Patagónico). Esto causó en su momento la protesta generalizada de las feministas locales que llegaron a pretender que alguno de ellos renunciara a su banca para darle paso a una candidata mujer no preferida por un electorado que por las razones que fueren, eligió a esas personas para representar a la vecindad, y no a otros u otras. Del mismo modo, en el terreno de las posibilidades, el Cuerpo pudo estar integrado por una totalidad de mujeres, lo que tampoco hubiera sido objetable si hubiere sido el resultado del ejercicio libre y democrático de un acto comicial realizado con todas las garantías de transparencia exigibles.
Ahora, a tres años de aquello, ese colectivo redobla la apuesta con el cuchillo entre los dientes y va por más: ignorar la voluntad popular para imponer forzadamente y bajo presión, con su proverbial violencia verbal, que los ciudadanos voten lo que ese reducido pero ruidoso grupo – no más de 200 militantes según se contabilizan en sus actos – quiere. Solamente – expresaron ante los convencionales el día lunes último – están dispuestas a “aceptar” el modo en que ello se implemente. Una opción que propusieron es – antes que nada – elevar el número de concejales de 7 a 10, por ser número par. Luego, que las preferencias de los electores se atiendan hasta la banca 5ta y que a partir de allí, todos los escaños restantes, sin importar qué haya elegido el ciudadano, sean ocupados por mujeres, por más que hubieren cosechado menos votos que los varones. La segunda alternativa pretendida es que el ingreso al Concejo Deliberante ya no sea unitaria, por persona, sino por “binomio”. Esto quiere decir que el elector ya no votaría a un candidato sino a una dupla conformada por hombre – mujer. Esto traería aparejado no solo el forzamiento del votante a “preferir” a quien no quiere, en caso que no aceptara en el mismo grado a ambos candidatos, sino que limitaría la cantidad de partidos con representación en el cuerpo deliberativo, los que no podrían, por simple división (10 dividido 2) ser más de 5, en vez de hasta 10 si prospera el pedido de sumar más bancas y continuara la modalidad vigente, individual. Ante este panorama también resultarían perjudicados los partidos más chicos o nuevos, dado que por lógica los tradicionales o mayoritarios, coparían con apenas 5 binomios el cupo disponible de bancas.
En todo caso, el planteo feminista no deja de oler a discriminación. Solo hablan de “mujeres” pero nada se dice de los miembros del colectivo LGBT – lesbiana, gay, bisexual, transgénero y queer – a quienes también dicen representar. Con sus propuestas, por el contrario a lo que pregonan, dificultarían la participación de personas con esas identidades de género porque están reduciendo la discusión a lo que precisamente dicen detestar: la binariedad hombre – mujer. Hasta hoy cualquiera, sin importar sus preferencias sexuales, puede presentarse como candidato, en libertad y supeditado a que los electores lo prefieran, o no. Si prosperara el proyecto del binomio y se presentara hipotéticamente una dupla de dos hombres o dos mujeres ¿qué ocurriría?. Resulta penoso deducir que estarían expuestos a la suspicacia, a tener que explicar cuestiones de su estrictisima vida privada y a verse obligados a exponer cuestiones que nada tienen que ver con su inteligencia o capacidad. Cuando menos ese escenario podría tildárselo, mínimamente, de cruel.
Por último, el planteo feminista también tiene ribetes suicidas. Si en 2015 la sociedad ushuaiense decidió que 7 hombres los representen en el Concejo Deliberante y buscan que eso no se repita impulsando con “fórceps” que la mitad sea sí o sí femenina… no hacen otra cosa que coartar la posibilidad de que en otro momento de la historia esa misma sociedad otorgue esa responsabilidad a 7 (o 10 si se amplía el número de bancas) concejalas.
El miércoles 28 de septiembre es un día clave para que los convencionales demuestren a quienes los eligieron – justamente sin ningún tipo de corset o imposición electoral que dio como resultado una composición mixta de la mesa de la Convención Constituyente – que respetan la soberanía electoral y la letra de la Constitución Nacional Argentina que en su Art. 37 establece que se debe garantizar la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres en el acceso a cargos electivos y partidarios. Por si alguien lo duda, los constitucionalistas no dicen que se deba favorecer a género alguno, ni mucho menos que en pos de fatuas posturas de victimismo se aspire a prebendas inadmisibles para la época. La igualdad se opone a cualquier pretendida supremacía.
Legislar sobre la vida electoral no es un hecho menor. Nuestros convencionales constituyentes fueron honrados con el voto para que velen por el libre ejercicio de las libertades del pueblo, como es la de elegir – a costa de ríos de sangre derramadas en los oscuros tiempos del país en los que un acto comicial era una utopía – a quien crea que mejor lo representa, sin distingo de lo que se tenga entre las piernas o cada uno asuma desde la faz sexual.
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