Estoy rodeado de viejos vinagres y sería gastar un preciado tiempo personal en tratar de convencerlos de algo tan opuesto a mi pensamiento: lo que pasó no fue “solo fútbol”. Es mucho más.
¡Hemos ido a festejar en el 78 un mundial bajo dictadura! ¡Hemos gritado goles en el 82 en el mundial de España mientras nuestros queridos colimbas se peleaban con el mejor ejército del mundo!. ¡Hemos ido a cantar el himno cuando Galtieri dijo: “Que vengan. Les presentaremos batalla”!. Yo estuve ahí, grité y canté el himno cuando en ese canto se ofrecía sangre…
Y ahora ¿vieron la cantidad de gente que salió a la calle?. La última multitud que recuerdo así fue cuando asumió Alfonsín en el `83. ¿O me equivoco?. Es histórico lo que está y nos está pasando. No es sólo fútbol.
Messi es un mar de buenos ejemplos que muchos chicos de confines del mundo copian. He visto chicos que hicieron camisetas de Messi en África con bolsas de basura. Es un embajador que nos representa, auténtico, sensible, sencillo, buen padre, buen esposo, buen amigo. Es el mejor embajador que con el deporte, el virtuosismo y su vida en sociedad habla bien de nosotros.
No cruzaron los Andes, no pelearon en Chacabuco, no pelearon en Monte Longdon, ni conocieron al capitán Giachino, pero Argentina necesitaba nuevos héroes que con buenos gestos sean modelo para nuestros jóvenes y les permita saber que si se hacen las cosas bien, con disciplina, esfuerzo y dedicación, la vida puede ser justa.
¡Vamooooos Argentina!.
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