“Túnel”, un lugar que no se llama así.
Las costas del Canal Beagle, tanto del sector argentino como del chileno, están llenas de historias. Sus protagonistas, por los años en que transcurre la que les voy a contar, se aventuraban por ambas márgenes respondiendo a metas que, en muchos casos, implicaban empresas heroicas.
Tal es el caso de Georges Ernest Gagey, un joven francés que, con tan solo 22 años, viajó a la Argentina en 1888 e inmediatamente se vinculó con la actividad vitivinícola instalándose en San Rafael, provincia de Mendoza.
Su compromiso lo lleva a buscar la materia prima para la construcción de toneles para el almacenamiento del vino y su posterior maduración. Los costos del roble francés y el cedro implicaban un número difícil de asumir por lo que comienza a buscar alternativas. Se entera que en Chile utilizaban, para esos fines, una especie de nothofagus abundante en el extremo sur, el coihue, para nosotros conocido como “guindo” o “falso coihue”, incluso la lenga parecía otra posibilidad. Lleva a cabo determinados estudios que arrojan resultados que asemejaban al roble.
Viaja entonces a Ushuaia, que por aquellos tiempos era unas pocas casas, consigue los permisos previamente tramitados con el gobierno nacional y se le asignan en explotación unas 10.000 hectáreas sobre la costa a escasos kilómetros de esta localidad. Precisamente el sitio que hoy conocemos como “Túnel”.
En el año 1905 embarca 148 bultos que consistían en sierras, máquinas a vapor, calderas, etc. sumando otro aserradero a los que ya se hallaban funcionando desde Lapataia hasta Almanza. Pero no conforme con ello, consigue en la isla chilena de Navarino, un arrendamiento próximo a Bahía Mejillones. Las autoridades de ese país le otorgan aproximadamente 15.000 hectáreas, según el Decreto Supremo Nº 1439 del 20 de julio de 1905.
Así, lleva a cabo la producción de toneles y otras maderas que eran embarcados con mareas apropiadas, aunque un hecho de dramáticas consecuencias, sería el comienzo del final de esa empresa.
El “Presidente Roca” un barco de carga y pasajeros que había sido construido en astilleros ingleses en 1896 y navegó por mares de Brasil con el nombre de “Maceio”, en 1902 cambia de nombre y es incorporado al servicio de cabotaje por las costas patagónicas tocando todos los puertos de la región, bajo la responsabilidad de “Hamburgo Sudamericana”. Tenía 91 metros de eslora, 13 de manga y 7 metros de puntal.
Durante los primeros días de febrero de 1909 carga en los aserraderos de la zona más de 5.700 rollizos, tablones y toneles, éstos últimos de Puerto Tonel, rumbo a Buenos Aires. Sus bodegas llevaban, además, fardos de lana provenientes de Punta Arenas. En cuanto a su pasaje, habían embarcado unas 300 personas destacándose, entre estas, algunos presos del presidio de Ushuaia que habían cumplido su condena y que se sumaron a los 40 tripulantes. Incluso varios pasajeros embarcaron sin ser registrados en Puerto Madryn, quienes pretendían disfrutar de las fiestas de carnavales en la gran ciudad. Había hecho escala en Río Gallegos el 8 de febrero, luego en Puerto Santa Cruz el 10 de febrero, en Comodoro Rivadavia el 15 de febrero, en Camarones el 16 de febrero para arribar por fin a Puerto Madryn. El 18 de febrero, a las 6 de la mañana, encontrándose próximo a la Caleta Valdés, un involuntario tropiezo con un calentador Primus, derramó el combustible encendido sobre el piso de madera y se desató el infierno. Despertándose ante los gritos de alarma, la gente corrió por los pasillos con desesperación y no se pudo hacer mucho ante semejante caos. Los botes salvavidas fueron descendiendo hasta las aguas, aunque algunos de ellos, cedieron ante el peso excedido de docenas de pasajeros que hacían caso omiso a las instrucciones de la tripulación, siendo algunos de ellos aplastados por otros botes. Otros perecieron al caer a las aguas heladas y otros más fallecieron al ser atrapados por las hélices que se hallaban en movimiento y que llevaban, pese a todo lo que estaba pasando, el barco hacia la costa.
Los más serenos salvaron muchas vidas y hasta el mismo capitán, Ferdinando Weiss, impartía órdenes con su cigarro de hoja en la boca y su pistola en la mano, asistido por su comisario de a bordo Santiago Farrel y un maquinista, quienes daban el ejemplo con imperturbable pero amenazante tranquilidad.
La revista “Caras y Caretas” del 27/02/1909 describe el siniestro con el resultado de 40 fallecidos, aunque otras fuentes aseguran que fueron muchos más.
La nave terminó su vida varando sobre la costa, mientras los sobrevivientes llegaban a tierra firme y eran auxiliados por un puestero de apellido Sanguinetti que los guió a unos galpones que se hallaban en las proximidades, en Punta Cantor. Al otro día fueron llevados al casco de la estancia “Valdés Creek” donde fueron alojados durante casi tres jornadas. Finalmente los socorrieron el “Presidente Mitre” y el “Presidente Quintana” cuya tripulación los llevó a puerto definitivo.
En cuanto al aserradero de Puerto Tonel, al poco tiempo dejó de funcionar. El lugar comenzó a ser conocido, por uso y costumbre, como “Túnel” y fue adquirido en 1917 por la familia Beban y luego por la familia Pastoriza.
Una cuestión también singular es el hallazgo de un documento que demuestra que los estudios realizados por Georges Ernest Gagey no estaban errados. Un decreto con fecha 11 de agosto de 1934, firmado por el presidente argentino de entonces Julio Roca, autorizó a un tal S. Slemenson a extraer: “quinientas toneladas de rollizos de lenga y coihue, proveniente de los bosques fiscales vecinos a Ushuaia, que indicará el Dis. Forestal de Tierra del Fuego, con destino a la construcción de cascos y barriles para vinos…”.
El pasado 11 de febrero, 114 años después de la instalación de ese emprendimiento tan emblemático para estas latitudes, una veintena de personas, muchas de ellas descendientes del valiente francés, llegaron a Ushuaia con el objeto de instalar una placa recordando el trabajo de su bisabuelo.
Así lo hicieron por lo que, quienes caminen a partir de hoy hasta ese hermoso paraje conocido como “Túnel”, (que en realidad debería ser llamado por su auténtico nombre: “Puerto Tonel”), hallarán una placa en ese viejo galpón que formaba parte de la infraestructura original, que expresa: “Aquí funcionó en 1905 la “Compañía Forestal de Tierra del Fuego” en recuerdo a su fundador francés Georges Ernest Gagey. Sus bisnietos. 2023”.
Un agradecimiento especial a Gastón Gagey por la información suministrada.
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