Augusto Lasserre y José Hernández. Dos notables hablando sobre el despojo que sigue sufriendo Argentina.
En 1869, el autor del Martín Fierro, José Hernández, escribe un interesante artículo para el diario “El Río de la Plata”, en el que fija su posición respecto a la causa Malvinas, citando el contenido de una nota que le remitiera su gran amigo Augusto Lasserre.
Procurando hallar inspiración para escribir algo sobre una fecha tan emblemática como lo es el 2 de Abril, me senté con la vista puesta en las estanterías de mi biblioteca, por varios minutos. Debo confesar que ya he perdido un poco el control respecto de mis libros y documentos. En ocasiones intento hallar algo que he leído pero no recuerdo en qué libro o busco un historiador al que descubro en el estante más inapropiado, entre temáticas de turismo o medio ambiente…
Casi renunciando al precario sistema de búsqueda, detengo mi vista en una muy pequeña obra de escasas 60 páginas, cuyo autor es José Hernández, bajo el título “Las Islas Malvinas”, editado en julio de 1952 y que recuerdo haber comprado hace algunos años, motivado por la particularidad de la temática y el autor.
Se trata de un artículo escrito por el recordado literato para el diario “El Río de la Plata”, medio con el que colaboraba luego de instalarse en Buenos Aires y que fuera publicado en el año 1869, cuando tenía apenas 35 años y aún no había escrito su obra más reconocida.
Es también necesario mencionar que por esos años gobernaba el país Domingo Faustino Sarmiento, hecho que explica la preocupación de Augusto Lasserre, respecto de las políticas relacionadas con la causa Malvinas y que expone en una singular carta que, quien daría nacimiento a la ciudad de Ushuaia 15 años después, le escribe a su amigo Hernández.
Lasserre había sido dado de baja de nuestra Marina en el año 1861, luego de ser ascendido a teniente coronel, siendo reincorporado luego de la Revolución del año 1874, todas estas instancias relacionadas con su vida política que merecería otra nota. Su visita a las Islas Malvinas en el año 1869, tenía que ver con la función particular que por esos años ejercía, ya que era comisionado especial de la Asociación de Seguros Marítimos, aunque ya había visitado las islas en otras dos ocasiones.
Entre las primeras consideraciones expresadas por José Hernández en su nota de prensa, decía: “Los argentinos no han podido olvidar que se trata de una parte muy importante del Territorio Nacional, usurpada a merced de circunstancias desfavorables, en una época indecisa, en que la nacionalidad luchaba aún con los escollos opuestos a su definitiva organización. Se concibe y se explica fácilmente ese sentimiento profundo y celoso de los pueblos por la integridad de su territorio, y que la usurpación de un solo palmo de tierra inquiete su existencia futura, como si se nos arrebatara un pedazo de nuestra carne. Los pueblos necesitan del territorio en donde han nacido a la vida política, como se necesita del aire para la libre expansión de nuestros pulmones. Absorberle un pedazo de su territorio es arrebatarle un derecho, y esa injusticia envuelve un doble atentado, porque no sólo es el despojo de una propiedad, sino que es también la amenaza de una nueva usurpación. El precedente de la injusticia, es siempre el temor de la injusticia, pues si la conformidad o la indiferencia del pueblo agraviado consolida la conquista de la fuerza, ¿quién lo defenderá mañana contra una nueva tentativa de despojo o de usurpación?”.
Prosigue José Hernández más adelante con una cita textual de la carta, a él remitida por Augusto Lasserre: “Las siguientes líneas quizá ofrezcan algún interés por la doble razón de ser ellas, las islas, propiedad de los argentinos, y permanecer, sin embargo, poco o nada conocidas por la mayoría de sus legítimos dueños. No es mi intención, ni creo oportuno en este caso, entrar en consideraciones políticas sobre la no devolución de ese inmenso territorio que hemos “prestado” a los ingleses, un poco contra nuestra voluntad, pero no quiero dejar pasar esta oportunidad sin deplorar la negligencia de nuestros gobiernos, que han ido dejando pasar el tiempo sin acordarse de tal reclamación pendiente. Es de suponer que la ilustración del actual Gobierno nacional comprenda la importancia de esa devolución, que él se halla en el deber de exigir del de S.M.B – Su Majestad Británica – pues esas islas, por su posición geográfica, son la llave del Pacífico y están llamadas indudablemente a un gran porvenir con el probable aumento de población en nuestros fertilísimos territorios”.
Avanza posteriormente Hernández sobre algunos de los acontecimientos históricos que dieron inicio al despojo de los ingleses, como los hechos ocurridos en el año 1831, cuando fueron apresados tres buques norteamericanos por la reincidencia de la caza de anfibios en nuestras islas, sin respeto a las jurisdicciones y a las normativas existentes por la comandancia político militar otorgada a Luis Vernet. Sabemos que esta cuestión motivaría el desembarco del 31 de diciembre del mismo año de la corbeta de guerra de EEUU “Lexington”, camuflada con bandera francesa y comandada por Silas Duncan quien saqueó y destruyó la colonia de Puerto Soledad, además de detener a varios de sus ocupantes, todo ello en defensa de sus exclusivos intereses económicos. Este ataque fue aprobado por el embajador norteamericano en Buenos Aires, quien dictaminó unilateralmente que las Malvinas eran “un área libre de cualquier poder administrativo”. Estas palabras generarían posteriormente cierto conflicto diplomático. Luego sería historia conocida: los ingleses aceptan el convite a hacer lo que mejor sabían, robar. El 3 de enero de 1833 el Reino Unido de Gran Bretaña tomaría posesión, con dos naves de guerra, de las Islas Malvinas, esto dentro de un marco de conflictos y amenazas ya que el Gobierno norteamericano había declarado que cualquier ocupación de las islas por parte del Gobierno argentino, sería considerado un acto de piratería. Eso sí, fueron fieles a su caradurez, cinismo e hipocresía.
Volviendo a los escritos de Augusto Lasserre y José Hernández, lejos se hallaban tan distinguidos personajes, de saber lo que les depararía el destino. El primero comandaría la Expedición al Atlántico Sur que en 1884 afianzaría la soberanía en las zonas australes de nuestro país; el segundo sería proscripto por Domingo Faustino Sarmiento en el año 1872, y hallaría su musa literaria en la poesía, lo que luego daría lugar a su obra cumbre: “El Gaucho Martín Fierro”.