Está en la Península Sanavirón de la Bahía Paraíso, a los pies de un peñón llamado Punta Proa; el lugar fue llamado así porque ese sector de las costas está protegido de las mareas por las islas que la rodean.
Ubicada en uno de los paisajes más bellos de la Antártida, la base Brown, además de ser un emplazamiento clave de la ciencia argentina para el monitoreo de la biodiversidad de la Península Antártica, es uno de los destinos más elegidos por los turistas que visitan el continente blanco.
La base Brown está emplazada en la Península Sanavirón de la Bahía Paraíso, a los pies de un peñón llamado Punta Proa; el lugar fue llamado así porque ese sector de las costas de la Península Antártica está protegido de las mareas por las islas que la rodean. También está resguardado de los vientos por altos cerros nevados entre los que se consolidan altos glaciares.
La belleza del paisaje es acompañada por una rica biodiversidad, la cual incluye una pingüinera en las cercanías de la base y la presencia constante de ballenas y otros mamíferos marinos en aguas de la bahía.
La base Brown fue fundada en 1951 por la Armada Argentina como un destacamento naval permanente y en 1965 fue transferida al Instituto Antártico Argentino (DNA-IAA, Cancillería), que depende de la Dirección Nacional del Antártico del Ministerio de Relaciones Exteriores y Cultura. El organismo la consolidó como base permanente y el principal centro de investigación científica de Argentina en la Antártida hasta que en 1984 un incendio consumió gran parte de sus instalaciones, lo que limitó su funcionamiento a las campañas de verano.
Cada verano numerosos cruceros turísticos visitan la base Brown para disfrutar de uno de los paisajes más bellos e icónicos de la Antártida.
La jefa de Brown durante el último verano, la licenciada en Turismo Astrid Záfiro, contó a Télam: «empecé a ir a (la base) como encargada ambiental, que es la figura creada por la DNA para las bases que en el terreno se ocupa de implementar y registrar procedimientos de manejo ambiental en la base diseñados por el Programa de Gestión Ambiental y Turismo de la DNA y compilados en el Manual del Encargado Ambiental.
«Brown es uno de los diez puntos ‘más calientes’ de la Península Antártica en cuanto a visitas turísticas», destacó.
La jefa de base indicó que Argentina «trabaja en el marco del Tratado Antártico en la regulación de la actividad turística». En ese contexto, el Programa de Gestión Ambiental y Turismo de la DNA trabajó años atrás en la elaboración de la Directriz para Visitantes para la base Brown, la cual luego informó a las Partes del Tratado Antártico y a los operadores de turismo, para su cumplimiento.
«Brown se destaca por su belleza natural, un ‘día browniano’ como les decimos nosotros es un día con sol y sin viento en el que la caleta se vuelve un espejo, eso favorece mucho a los operadores turísticos que pueden ofrecer distintas actividades como caminatas, navegaciones en botes o kayaks, o subir al cerro que está junto a la base», detalló.
E indicó: «Estamos en lo que se llama ‘Bahía Paraíso’ justamente por su belleza natural, que está rodeada por glaciares y entonces también cuenta con el atractivo de la posibilidad de presenciar algún desprendimiento; es un punto deseado de desembarco para los turistas también porque está sobre el continente antártico y no en una isla y entonces se pisa continente y además tiene un gran punto panorámico en la cima del cerro que es muy apreciado por todos los operadores turísticos».
«Al turismo no le decimos que no, pero nuestro país ha regulado la cantidad de desembarcos diarios y la cantidad de visitantes diarios. La Directriz para visitantes, en sintonía con normas generales del Tratado Antártico, estipula que no pueden desembarcar pasajeros a bordo de barcos que transportan más de 500 personas».
«Asimismo -agregó-, nunca puede visitar la base más de un barco por vez y nunca más de tres por día, número que baja a dos por día cuando transportan más de 200 pasajeros. Al operador turístico que llega a la bahía se le solicita hacer un contacto previo por radio antes del desembarco. La Directriz también estipula que sólo se puede visitar la base entre las 7 y las 19».
Al respecto, describió: «En general, son buques pequeños que ofrecen servicios de alta categoría y tienen casi un tripulante por pasajero, la mayoría son buques de entre 120 y 240 pasajeros aunque ninguno es de más de 500 porque ese es el máximo que se permite desembarcar a la vez en la Antártida».
«Hay que tener en cuenta que la base Brown no es una atracción turística, es una estación científica y como tal todos los días tiene que completar su cronograma de actividades de investigación y logísticas, si nos piden permiso para desembarcar en un momento en el que los científicos están trabajando, o los botes salieron a recoger muestras, o estamos en medio de alguna tarea logística como pintar la base o la maniobra de agua dulce, lo que se hace es demorar ese desembarco o directamente desestimarlo», agregó.
Consultada por la decisión de pasar la mitad del año en la Antártida y la otra mitad en Buenos Aires, respondió: «Una se acomoda el estilo de vida, hay años como este que me volvía a casa a finales de abril y a principios de diciembre ya estaba de nuevo acá, mi familia me apoya muchísimo porque entienden que es algo que hago con el corazón y que me hace feliz y eso es muy importante, entender la actividad antártica y a qué venimos».
«Me encontré con la Antártida mientras estudiaba la licenciatura en Turismo, mal está que en la escuela no nos hablen mucho más sobre la Antártida, de lo que significa naturalmente ni políticamente; entré en este mundo cuando me lo cruzo estudiando la carrera y me doy cuenta que llegaba el turismo, me llamó la atención y empecé a averiguar cómo podía trabajar acá hasta que llegué a la Dirección Nacional del Antártico», recordó.
«Para la ciencia, Brown es un escenario multidisciplinario, en los años desde que vengo desde la dotación de la base brindamos apoyo logístico a las investigaciones, que se centran en oceanografía, geología, monitoreo de pingüinos en las dos pingüineras cercanas, en ictiología y otros campos», completó Záfiro.
(Fuente Telam)
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