Ante versiones que indican que sería demolido, decimos no a su desaparición.
Fue inaugurado en 1950, en la esquina de las calles San Martín y Fadul, y sigue ahí, latiendo en la oscuridad, detrás de las paredes que borraron su característica fachada. Espera una oportunidad para no desaparecer para siempre, aunque eso no ocurrirá jamás en la memoria de aquellos que lo tenemos incorporado en nuestra historia de vida personal.
Sería injusto contar la historia del cine General San Martín, que funcionaba en el edificio abandonado de la esquina de las calles San Martín y Juana Fadul, sin antes mencionar otras iniciativas del rubro que se remontan a por lo menos 40 años antes.
En una edición de Caras & Caretas de 1909, se puede hallar una nota en la que se menciona “el crecimiento de la joven localidad fueguina” y se expresa que “ha sido tan rápida la evolución de aquellas tierras, que ya los acontecimientos de 1884 pertenecen a la historia remota de Ushuaia. Cuenta ésta con cerca de 1.000 habitantes, con un presidio militar y una cárcel de reincidentes, numerosas casas de negocios, hotel, club social y hasta un cinematógrafo. Sólo se nota el frío y la falta de telégrafo, pero éste irá pronto, merced al empeño con que el gobernador del Territorio lo gestiona”.
¿Dónde estaría ubicado ese cine? Un periódico local de esos años, “El Mosquito”, en 1910 nos anoticiaba que “en el salón municipal se proyectarán escenas filmadas de los dos presidios”. Esta era una extraña información ya que, por entonces no existía más que una Comisión de Fomento que integraban vecinos destacados. Evidentemente ya disponían de alguna sede.
Mediante decreto del 18 de mayo de 1911, el presidente Saenz Peña, autoriza al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública a abonar $ 1.609.50 en moneda nacional, al señor Max Glücksmann, por un cinematógrafo que ya había sido remitido a la Cárcel de Ushuaia. Si bien esta información merece una historia aparte, parece que dicha institución, utilizaba uno de los talleres como “sala de cine”, en la que entusiastas vecinos, llegaron a compartir espectáculos junto a los presos de buen comportamiento.
Noticias difundidas en el periódico “El Sur Oeste”, de noviembre de 1916, anunciaban una reunión social en “el antiguo local del cine de Pino”. Debemos suponer que se trataba de Américo del Pino, reconocido médico del presidio y de Ushuaia. Antiguos pobladores mencionan que hubo un cine en el famoso edificio ubicado en la calle 9 de Julio, entre San Martín y Gobernador Deloqui, (vereda oeste) que también fuera recordado como el “Club Fueguino” donde se llevaban a cabo reuniones danzantes hasta la década del 50´.
Es muy posible que este caserón haya sido también la sede del famoso cine que administraba un recordado poblador, Angel Luis Agustín Pena. Inmigrante italiano que se radicó en esta zona en el año 1900, cumplió funciones en el presidio y posteriormente en la Policía, sospechándose que luego de retirarse puso esta sala de espectáculos, junto con expendio de bebidas, en sociedad con un tal Pérez Lucero, seguramente ya iniciada la década del 30´, cuando se retira de la mencionada institución. Coincidentemente se llamaba Cine Teatro San Martín.
En el año 1927 se radican en Ushuaia la familia Elsztein, quienes adquieren un edificio en la esquina de las calles Maipú y 25 de Mayo y que conocimos durante muchos años como “Tienda La Capital”. En la planta alta de ese inmueble, sus propietarios instalaron un cine con 190 butacas al que se denominó “Ideal”, funcionó un par de años, tiempo en que creció la familia y los obligó a mudar su emprendimiento a la esquina de San Martín y Roca, donde hoy se encuentra la sede central del Banco TDF. Un tal Rodolfo Sagini explotaba un cine en dicha esquina, conocido como “Cine Central” y por los recuerdos de quienes alcanzaron a conocerlo, era muy precario. Los Elsztein se asocian con el vecino Alejandro Matos y lo reconstruyen transformándolo en una muy buena sala dotada de excelente equipamiento y sonido. Esto ocurre en los primeros años de la década de los 50´y en el 56 es destruido por un voraz incendio que se llevó además una confitería anexa.
En el año 1948 los hermanos Juan y Esteban Loncharich, radicados en esta localidad en el año 1936, compran un terreno a Constantino Llaneza, solar 4 de la manzana 21, hoy esquina de San Martín y Juana Fadul. Se asocian con la firma Fadul e Hijos y construyen un moderno cine, lo inauguran en el año 1950, año del General San Martín, imponiéndole ese nombre. La sala fue proyectada por el ingeniero Guillermo L. Martín y contaba con equipos de proyección marca Phillips de alta fidelidad, butacas pullman en un entrepiso, y cómodos palcos. En la planta baja las butacas eran rebatibles y divididas por dos cómodos pasillos. Sobre el extremo, se levantaba una enorme pantalla y un amplio escenario en el que incluso se desarrollaban obras de teatro, espectáculos musicales y hasta competencias pugilísticas.
El acceso principal se hallaba luego de una amplia escalera, luego de trasponer las puertas de las carteleras, pero contaba con dos accesos laterales, uno compartido con una gran confitería y heladería y otro sobre el extremo opuesto de este mismo salón. Disponía también de una sala de acceso y espera, con dos baños ubicados sobre el extremo derecho.
En el extremo izquierdo se hallaban la boletería y un quiosco de venta de golosinas, y a un costado estaba la escalera a través de la cual se accedía a la planta alta del cine, al superpullman, palcos y sala de proyección. En una puerta doble hoja de enfrente, siempre en la planta alta, se ingresaba a un amplio salón para eventos especiales. En este segundo salón se realizaban fiestas de cumpleaños, casamientos, bailes, etc.
Finalmente debemos mencionar que, en la planta alta que daba a la calle San Martín, se encontraba un confortable departamento donde vivió la familia Loncharich, por casi 20 años.
Un detalle que seguramente todos los fueguinos recordaremos, son los pesados cortinados de pana roja que hacían juego con las alfombras que cubrían los pasillos.
No se puede dejar de mencionar que los sectores de confiterías contaron, durante gran parte de los años de explotación, con dos recordados concesionarios: don Vicente Gortan y Ernesto Taberna quienes explotaban una gran confitería en la planta baja sobre una ampliación que ocupaba toda la esquina.
Aquellos que fuimos fieles clientes, no podremos olvidar las masitas que disfrutábamos junto al exquisito submarino o los helados elaborados a la vista y que don Taberna servía con sus mangas arremangadas y simpáticos comentarios comparando a cada sabor con legumbres y verduras.
En el caso de don Gortan podemos recordar que, en una ocasión en que muchos concurrentes se habían acostumbrado a responder “cualquier cosa” luego de que se le preguntara ¿qué deseaban tomar?, elaboró un brebaje compuesto por los restos de diferentes bebidas, al que denominó “cualquier cosa” y que algunos rechazaron, mientras otros igual bebieron sin ningún empacho, aunque sin poder evitar gestos de lo más extraños.
Transcurridos sus últimos años el cine teatro San Martín fue concesionado, durante un corto periodo, a la Municipalidad de Ushuaia. Es en esa instancia en que, por sugerencia de la recordada actriz Iris Marga, quien en esos años presidia la Asociación Argentina de Actores, se analiza la posibilidad de transformar todo el edifico en un centro cultural, iniciativa que lamentablemente no se pudo concretar.
Si es verdad que los recuerdos son una forma de encuentro, en estos últimos días en que se ha mencionado una posible demolición del cansado edificio, muchos nos hemos encontrado intentando rescatar en sus viejas paredes, lo que éramos en esos años. Cuando, al ritmo del tema principal de la película “El Puente sobre el Río Kwai”, zapateábamos el piso, ansiosos por sumergirnos en sonidos e imágenes que nos prometían un mundo desconocido y mágico. La fachada del viejo cine aún nos sigue hablando en el recuerdo y nos cuenta historias, recuerdos que fijamos en nuestro presente y que nos negamos a olvidar.
Aunque no quede alternativa más que la del naufragio, somos muchos los que estamos convencidos que ese lugar amerita un proyecto que preserve la historia, quizás un museo que refleje nuestras historias, sala de exposiciones, un micro cine, un centro cultural que fortalezca la “fueguinidad”. Nos hace falta.
Fuentes de consulta: “Ushuaia 1884-1984 Cien años de una ciudad argentina” Arnoldo Canclini. Municipalidad de Ushuaia / “Historias de Vida” Julio Rodríguez / Boletín deicial de la República Argentina / Caras & Caretas. Edición 15 de mayo de 1909 / Información brindada por la Sra. Marta Loncharich.
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Diario Prensa
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