Asombra la tibieza de cómo nuestros políticos tratan la Ley de Alquileres. Mientras tanto todos seguimos siendo espectadores impotentes ante la disputa entre quién tiene donde vivir y aparte cuenta con alguna renta derivada de uno o muchos alquileres, frente a una familia que no sabe si cuando le renueven el contrato tendrá que vender un órgano o un testículo y medio para poder hacerlo. Y si no, con la posibilidad de tener que pasar a peores condiciones y aún mucho más onerosas.
¿Por qué la dilación en tomar medidas serias, contundentes, que le den respiro al que no tiene dónde vivir?.
Señores políticos… pónganse en cuero ajeno: la mayoría de los argentinos, algunos ya viejos, viven con la cabeza pensando en un futuro incierto y en un oasis que nunca llega. Imaginen la sensación de aquellos que tienen que volver a mudarse, vaya uno a saber a dónde… ¿Y dónde pondrán sus cosas?. Perder un espacio hecho propio y crear otro, no es algo fácil. ¿ De cuánto será el incremento del nuevo contrato?, ¿qué pasará con mi sueldo?, ¿chau vacaciones?, ¿Y las salidas? ¡Ma sí.. que espere el arreglo del auto!.
La cuenta es sencilla: alquiler versus sueldo, versus costo de vida.
Los pensamientos no dejan de dar vueltas en la cabeza, como un trompo. Los que tienen la familia lejos hacen números para ver cómo sobrevivir y poder sacar los pasajes ante un año que se está terminando. ¿Ir para las fiestas? ¿o mejor esperar e ir para Pascuas?. Hay que idear las mejores estrategias que nos acorten los tiempos para extrañar menos a la familia, en el caso de los que gracias a Dios aún la tienen.
Sea como sea hace falta una Ley de Alquileres urgente, seria, solidaria y responsable que permita darles paz en este momento a los millones de argentinos de acá, de allá y más allá, quienes aparte de vivir apretados por el costo de todo, tienen la incertidumbre también de no conseguir siquiera un techo rentado, aún siendo laburantes y profesionales, por los precios desmesurados que se piden, incluso en moneda extranjera.
A nivel local las autoridades están en la búsqueda de nuevos profesionales que se radiquen en la provincia y en unos años tendremos un hospital nuevo ¿pero qué medicina pretenden tener? ¿una acorde al edificio? ¿Y quién va a atender si profesionales de todas a las áreas, a la hora de buscar una vivienda relacionada con los ingresos que perciben, ya están hoy frente a un problemón…?.
Es evidente que todo viró hacia el turismo y los alquileres temporarios, y los que vivimos acá terminamos padeciendo esta realidad. Debería haber una mayor ecuanimidad para quienes somos residentes y más todavía para aquellos que prestan servicios médicos difíciles de conseguir.
Aunque se trate de mirar para otro lado, es un hecho que en veinte años faltarán jóvenes en este lugar, de eso no tengo duda alguna. Seremos una población anciana. Ushuaia va a tener una población anciana. Y entonces vamos a necesitar más médicos, enfermeros, personal capacitado para rehabilitación, kinesiólogos, y traumatólogos que se encarguen de esos viejos. Y cuando los viejos que todos seremos caminemos por las calles heladas y nos patinemos… ¿quién nos va a operar?. ¿Quién nos va a asistir en la etapa de convalecencia?.
Está demostrado que todas las enfermedades de las personas mayores son más caras de llevar, como así también los remedios, los estudios, las prácticas de laboratorio… ¿Acaso piensan derivar todo?.
Lamentablemente esta es la realidad y lo que va a pasar.
La baja en la tasa de natalidad a casi un 50% no habla en lo absoluto de un futuro promisorio y nos asegura una población vieja sin capacidad de generar trabajo.
Empresarios: ¡hagan geriátricos!.
Políticos: ¡dénles prioridad al que puede dar una mano en el futuro.
Dueños de propiedades: ¡Alquilen por favor a valores acordes a los ingresos de la gente que vive acá y no de Dubái!.
A no olvidarlo… viejos nos ponemos todos, sin excepción.
Diario Prensa
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