El suicidio del senador Matías Rodríguez continúa estando envuelto en el misterio, mientras la Justicia guarda silencio.
Los elementos buscados, una valija de mano y una tablet, pertenecientes al funcionario nacional, no fueron encontrados en las viviendas de los policías Horacio Rubén Leguizamón y Alberto Alejandro Miño, durante la ejecución de las medidas judiciales dispuestas el martes último por la tarde. No obstante les fueron secuestrados a ambos sus aparatos de telefonía celular para analizar mensajes y llamadas entrantes y salientes.
El día martes último en horas de la tarde, los domicilios de los dos efectivos que tenían a cargo la custodia del senador nacional Matías Rodríguez, el suboficial auxiliar de la Policía de Tierra del Fuego, Horacio Rubén Leguizamón, de 46 años de edad, en la calle Kuanip 2.259 y el del suboficial auxiliar de la Policía Federal Argentina, Alberto Alejandro Miño, de 52 años de edad, en la calle De la Loma 869, fueron allanados por orden de la Justicia, en un intento de encontrar algunos objetos faltantes del funcionario fallecido, que podrían – de ser hallados – arrojar luz sobre un caso que continúa produciendo interrogantes.
Rodríguez, como se recordará, se quitó la vida en la casa que alquilaba en calle Del Monte 1930, en el barrio Casas del Sur – hecho que fue certificado por las pericias realizadas y sobre el que no hay dudas – el día miércoles 18 de octubre, siendo descubierto precisamente por sus dos custodios, Leguizamón y Miño. Ese día a las 16 aproximadamente, el primero de los nombrados le entregó en mano a Rodríguez, en la puerta de su casa, una valija tipo carry on, de color rojizo, rígida, que estaba cerrada con un candado de combinación numérica que antes había ido a buscar a la casa de la secretaria del senador, Mónica Valeria Avila Aciar, quien dijo que se la guardaba como “un favor”.
Cuando los custodios se presentan nuevamente en la casa de Rodríguez, convocados por él, a las 18.24, deben tirar la puerta abajo para poder acceder al interior del inmueble, dado que desde una ventana uno de ellos había podido ver la escena de la tragedia.
A partir de allí las preguntas acerca de qué contenía la valija que Rodríguez había recibido un par de horas antes ¿el arma, dinero, documentación? y ¿cómo había desaparecido de la casa si el senador no había recibido visitas ni tampoco salido del domicilio?, continúan resonando sin respuestas. Tampoco se sabe hasta el momento a dónde fue a parar su tablet, un dispositivo del que Rodríguez no se separaba por mucho tiempo.
De esta manera, un hecho que en principio pareció que iba a cerrarse rápidamente, ante la contundencia de la certificación forense y las pericias técnicas, continúa siendo investigado por una Justicia que – pese a vanagloriarse de realizar simposios para relacionarse comunicacionalmente de manera eficaz con los ciudadanos – sigue guardando un hermético y sugestivo silencio.
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