Hablamos de quienes nos tienen, de un tiempo a esta parte, en estado de ansiedad diurna y nocturna. Con ese tipo de ansiedad que no deja dormir en noches en las que los pensamientos negativos se chocan una y otra vez como en un pinball encefálico. Provocan intranquilidad interior, zozobra, stress e inquietud. Amputados de empatía también son carentes de una mínima pizca de amor al prójimo.
Es que estos personajes no dudan en hacer sufrir a todos los que los rodean en una ciudad, provincia, o país. Y particularmente a la mayoría de caídos, que son los que siempre jugaron en mitad de tabla del Nacional B o de los que conocieron Las Grutas por el Pre Viaje.
“¿Sufrir para un futuro mejor?”. “¿Te apaleo porque te amo?”. “¿Te castigo para que aprendas quién manda…?”. ¡Andaaaaá..!. ¡Panzada de asco que solamente alguien malo puede disfrutar!.
Y todos, menos esos pocos a los que siempre les da lo mismo quién manda, estamos en modo alerta y supervivencia. Todos en bolas como en la selva, en un guión perfecto para un programa de Discovery Channel.
¿Qué pasa con estos personajes de la triada oscura que culpabilizan a todos cuando las cosas no les salen o sus planes maquiavélicos no funcionan?.
Odian al que dice NO y demonizan a quien los enfrente. Tratan de imponer pensamientos en falsa escuadra, no dudan en pegar o mandar a pegar, insultan, humillan, justifican su violencia cada vez más violenta y siguen ese patrón una y otra vez: te amo, te odio, dame más, en loop infinito.
Si hasta ponen en duda el pago del aguinaldo, en muchos casos ya gastado, destinado a viajar a ver a la familia, a descansar unos días y a disfrutar lo ganado trabajando. Frente a una posible alegría se contrapone la mala noticia de un mandatario manco de alma, la incertidumbre y la ansiedad que arruinaron un buen momento y un buen proyecto.
Son personajes que generan odio al principio y reacción después. Entonces la víctima se vuelve la mala, tal vez por resistirse al hambre y la desesperación, en una realidad de pibes gordos por harinas y polenta y en dónde existe con sus padres el co lecho familiar casi por regla. ¿Quién puede sacarle al que no tiene? ¿Quién le puede sacar plata a los hospitales públicos, bajarle los recursos a las universidades públicas y sacarle los remedios a los viejos en vez de mejorarles su exigua jubilación?. Meterse con los viejos y los indefensos es anti humano porque el hombre es solidario por naturaleza.
Ante el apriete que pregonan que va a durar dos años, se huele la malaria que viene, como se huele la tierra mojada antes de que llueva. «La mentira se convierte en verdad, cuando el que la escucha la cree» – dijo el Señor Miyagi, en Karate Kid y «Siempre es más fácil engañar a la gente que convencerla de que fue engañada» – sumaría Mark Twain.
No es nuestra culpa compatriotas: usaron manipulación de la más oscura. Fueron los monos voladores que creerán en sus mentiras y odiarán más a quien piense distinto. ¡Y así no es en ningún aspecto!. ¡Jamás es por ahí!. ¡Jamás es con violencia!.
Sepámoslo de una vez. El personaje que abre la puerta de la esperanza, prometiendo que aunque vamos a estar mal después estaremos mejor y siempre traiciona y miente o tergiversa la historia para generar confusión ( -gaslighting se diría en psicología -) , es el padre que justifica los chirlos y los insultos crónicos y no tiene remordimientos, ni siente culpa, y que promete que va a cambiar pero siempre sigue igual. En ese refuerzo intermitente de futura felicidad, sabiendo que lo que promete no va a pasar, mantiene esa luz de esperanza que nunca llega, la zanahoria en la punta del piolín pendiente frente al hocico de los burros. Y siempre son los mismos asnos los que tiran del carro.
Lamentablemente se van a tener que convertir en dinosaurios como ellos para poder sobrevivir, hasta que se den cuenta del engaño oculto, de la treta, mientras ven las máscaras que se caen. Si quieren ver, claro.
Será como el tango: primero habrá que sufrir, después partir y al fin andar sin pensamientos, como el perfume del naranjo en flor.
¿Pero hasta cuándo?.
Tóquense el lado izquierdo del pecho y escuchen el mensaje que transmiten los latidos.