Se demoró un año en cumplir su sueño pero lo logró.
Adrián González Díaz llegó a Ushuaia en las últimas horas, concretando así su anhelo de “rodar y rodar” en una bicicleta que se pedalea con las manos.
En el puerto de Ushuaia estaba estacionado con su rara bicicleta, Adrián González Díaz, llamando la atención de la gran cantidad de residentes y turistas que aprovechaban los 14 grados de temperatura que caracterizaron la jornada del día jueves último.
Un vecino y su hija se acercaron a saludarlo y le realizaron una pequeña entrevista para Diario Prensa Libre, refiriendo el recién llegado que proviene de México, su país natal, desde donde salió hace algo más de un año con el objetivo de demostrar que ni siquiera una lesión en la médula ósea puede frenar a quien persigue un sueño.
A bordo de su especial bicicleta, Adrián se presentó: “Tengo una discapacidad debido a una lesión medular y vengo pedaleando con las manos desde México”.
A lo largo del camino el viajero se muestra siempre predispuesto a dialogar con los medios de prensa, a los que confió que él no quiere demostrar nada, que solo planea divertirse y que cree que su ejemplo puede ayudar a romper estigmas acerca de cómo la sociedad ve a una persona con discapacidad.
Apasionado desde siempre por los deportes extremos, en su país practicaba atletismo, ciclismo y skateboarding. Hace unos 15 años sufrió un accidente que lo obligó a desplazarse en silla de ruedas. Luego de un tiempo de fisioterapia decidió seguir adelante con su pasión.
La bicicleta o triciclo es motivo de curiosidad por su aspecto inusual: cuenta con dos ruedas traseras y una delantera, y un asiento muy cerca del suelo detrás del que va atada una silla de ruedas y una valija.
“Esta idea la tengo desde que yo me accidenté, desde los 25 años; como a los dos años yo dije no, yo quiero rodar y rodar y rodar” – contó a uno de los periodistas que lo entrevistaron en el viaje, agregando el paraciclista que se organizó con rutinas diarias que comenzaban a las 6 de la mañana para recorrer unos 60 km durante el día.
“Quisiera haber recorrido más”, expresa el recién llegado pero la silla y el equipaje que carga pesan entre 30 y 40 kilos y eso dificulta la velocidad.
Finalmente, el visitante apela a la hospitalidad de los vecinos de la capital fueguina para poder alojarse algunos días, antes de emprender el viaje de regreso en avión.
“El ciclo-turismo es muy noble, la ruta te da todo, encuentras gente buena que te brinda su hogar”, aseguró, y llamó a quienes quieran hacer un viaje similar “a que se atrevan a vencer sus miedos”.
Los interesados en comunicarse con Adrián pueden hacerlo a su teléfono celular, Nro. 56 9 6868 9016.
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