Mujeres de la guerra: Olga Gareca

Mujeres de la guerra: Olga Gareca

Viuda del VGM Carlos Patrocinio Cabrera

Mujeres de la guerra: Olga Gareca

“Me llamo Olga Gareca, viuda del veterano de guerra de Infantería de Marina, Carlos Patrocinio Cabrera. Hablar de Malvinas en esta fecha es muy difícil para mí, teniendo en cuenta que hace un año y seis meses que mi compañero de toda la vida partió de este mundo. Hace pocos días atrás, el 27 de marzo, hace 42 años, embarcaban los infantes de Marina rumbo a Malvinas, y con ellos iba mi esposo. Tengo grabado en mi cabeza el día que partió. Nosotros vivíamos en la casa 221, en el barrio Rivadavia, lo recuerdo bien. Era media tarde cuando escuché un ruido afuera, que provenía del patio. Al salir vi tanques y una camioneta tipo Jeep. Venían a buscar a mi marido para llevarlo a Malvinas. En ese momento yo estaba embarazada de cuatro meses y tenía dos hijos, Carlos y Fabián. Recuerdo que mi marido se despidió de todos nosotros, pero sin decirnos que iría a combatir a las islas. Recién días más tarde él me dijo que estaba en Malvinas, me pidió que cuidara a los chicos y que lo esperara porque en cualquier momento volvía… La verdad, no sé de dónde una saca fuerzas para enfrentar estas situaciones. Creo que los hijos son una razón para aceptar esas circunstancias que se tardan muchos años en atemperar aunque nunca se olvidan. Yo no me olvido aunque hayan pasado tantas décadas y recuerdo todo tal cual era en esos momentos.
Cuando terminó la guerra, el tema Malvinas estaba totalmente oculto. Nadie podía hablar ni preguntar. Eso es lo que duele. Cuando Carlos regreso de Malvinas, respeté su silencio, hasta que después me contó todo lo que había vivido. Sentíamos que algunas personas nos miraban o nos rebajaban por el resultado de la guerra. Como si tuviéramos la culpa de haber perdido en un conflicto bélico al que habían mandado a nuestros hombres, padres, hijos, hermanos, amigos, vecinos, a cumplir órdenes y a defender la patria. Cuando volvieron los miraban con desdén y no podían decir que eran veteranos. Para ellos la posguerra fue muy, muy, muy hiriente y muy difícil.
Mi marido era un ejemplo de padre, siempre atento, cuidándonos, protegiéndonos. Al terminar el conflicto, él siguió con su carrera militar y llegó al grado máximo, oficial mayor de la Infantería de Marina. Ahora, a 42 años del conflicto y a mis 77 años de edad, me gustaría tener alguna vez la posibilidad de conocer las Islas Malvinas y recorrer los lugares donde estuvo mi marido. Hoy soy abuela de tres nietas hermosas, Antonella, Candela y Juana Malvina. Todos los días recuerdo a mi compañero de vida, con quien compartí 52 años de casados, hasta que el Señor Supremo lo llamó. Y como Carlos siempre decía: ¡Algún día nuestra bandera argentina flameará nuevamente en las Islas Malvinas!. El dejó un legado a sus hijos y a quienes constituyen la agrupación “Herederos de la Causa Malvinas”, para mantener eternamente vivo el espíritu malvinero”.



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