22 de febrero, 121° Aniversario de la Base Antártica Orcadas. | Parte 1
La Antártida Argentina forma parte del patrimonio cultural e identitario de cada ciudadano de nuestro país, desde la infancia misma, cuando en las aulas se trabaja con la silueta cónica de un territorio que se sabe lejano, gélido y propio. En concordancia, forman parte del calendario de conmemoraciones fechas como el 22 de febrero, Día de la Antártida o el 21 de junio, en que se alude al Día de la Confraternidad Antártica. Para ilustrar a nuestros lectores sobre la historia de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de civiles y militares a diario ratifican soberanía con su presencia, Diario Prensa Libre invitó al especialista en temas antárticos, docente y militar retirado, Alejandro Bertotto, a compartir sus conocimientos. |
Las actuales operaciones logísticas antárticas en manos de nuestras Fuerzas Armadas, como así también la difusión de imágenes, videos y entrevistas, están protagonizadas mayoritariamente por hombres, medios aéreos y navales de dichas fuerzas. La denominación de los asentamientos antárticos argentinos bajo el genérico “base conjunta”, da una acabada idea del carácter castrense del concepto, cuando en realidad no se trata de cuarteles o fortalezas militares, sino de “estaciones científicas”, o si se prefiere, de “estaciones antárticas”.
Todas ellas están operadas y concebidas bajo el fundamento excluyente y prioritario establecido por el Sistema del Tratado Antártico, de “sostener la investigación científica y la cooperación internacional en el continente”, concepto este que ciertamente fue un pensamiento de nuestros pioneros, como concepción argentina de la actividad polar.
Estas estrategias erráticas y de vuelo corto, han ido sembrando en el subconsciente colectivo la idea de que la Antártida es una actividad desarrollada casi exclusivamente por los militares. Esto no es cierto, porque no está escrita así la historia de estos más de 121 años de permanencia antártica de nuestro país y porque el presente y el futuro del continente blanco se fundamentan básicamente en la investigación científica, la cooperación internacional y la protección del medio ambiente, todo ello en concordancia con la salvaguarda de los justos reclamos de soberanía argentina en el sector.
Haciendo una rapidísima síntesis del largo siglo de vida de la Base Antártica Orcadas, veremos que la bandera nacional comenzó a flamear en ese alejado rincón de la patria, el 22 de febrero de 1904 cuando nuestro país toma posesión del Observatorio Meteorológico y Magnético en la isla Laurie y del archipiélago Orcadas del Sur, recibido de la Expedición Antártica de William Bruce.
Fue gracias a la rápida y audaz propuesta de un joven funcionario civil del Ministerio de Agricultura de la Nación, el subsecretario Carlos Ibarguren, de tan solo 26 años de edad, y la férrea determinación del Poder Ejecutivo Nacional, representado por el presidente Julio Argentino Roca, que se dispuso por decreto N° 3.073 del 2 de enero de 1904, el establecimiento de la pionera estación “allende los mares australes de la República».
Así se llamaba a lo que hoy configura el territorio antártico, en las Islas Orcadas del Sur, dependiente de la deicina Meteorológica Argentina. Como parte de aquella primera dotación del observatorio, se encontraba el también joven estafeta argentino Hugo Acuña, quien como invernante estuvo a cargo de la deicina Postal Argentina, por entonces, la más austral del mundo, y se inició la construcción de la llamada Casa Moneta.