Causa sensación mundial un comercial en ¡la Antártida!

Causa sensación mundial un comercial en ¡la Antártida!

Parte I

La Antártida Argentina forma parte del patrimonio cultural e identitario de cada ciudadano de nuestro país, desde la infancia misma, cuando en las aulas se trabaja con la silueta cónica de un territorio que se sabe lejano, gélido y propio. En concordancia, forman parte del calendario de conmemoraciones fechas como el 22 de febrero, Día de la Antártida o el 21 de junio, en que se alude al Día de la Confraternidad Antártica.
Para ilustrar a nuestros lectores sobre la historia de aquel pedazo de suelo en el que un grupo de civiles y militares a diario ratifican soberanía con su presencia, Diario Prensa Libre invitó al especialista en temas antárticos, docente y militar retirado, Alejandro Bertotto, a compartir sus conocimientos. 

Causa sensación mundial un comercial en ¡la Antártida!

Sonó mi teléfono, un amigo le había recomendado llamarme a Enrique Bacher, importante profesional publicitario titular de “Altana Films” – una productora de cine comercial de Buenos Aires- quién luego de un cordial saludo espetó: “Sé que lo que te voy a preguntar suena a locura, pero estoy convencido que se puede hacer y me recomendaron que hable con vos, ya que estuve averiguando por organismos oficiales de por acá y la verdad que me la están haciendo larga…”. Me pareció graciosa y audaz la presentación, así que le pedí que me contara para que creía que le podía ser útil.

Me contó que estaba disputando un contrato para trabajar con una productora de USA, para participar de una gran movida publicitaria de alcance mundial y para una marca brasileña; que estaba planteada sobre la base de cuatro series de spots: uno en el Sahara, otros en el Gran Cañón, un tercero que no recuerdo dónde y un cuarto en ¡la Antártida!.

La verdad es que sonaba todo muy audaz. Pedí el material para ver si la actividad podría ser de interés para TDF, qué cabida tendría en la DNA y el IAA por el tema ambiental y ante cancillería por el tema institucional. Una vez recibido me puse en marcha y tal cual lo sospechaba, en las autoridades locales me dieron mucho apoyo teórico, pero siempre y cuando Nación autorizara… en fin, los valientes de siempre.

La resistencia de las autoridades nacionales fue dura, no tanto por sus cabezas que notaron la conveniencia para la TDF de tener parte en semejante movida, cuanto para segundas o terceras líneas que creyéndose el ombligo del mundo, ponían a funcionar a full la máquina de impedir. Pero adherí al concepto de “la gorda del colectivo, que si no tenía lugar lo hacía” – (supongo que a culazos) – y así fue. Se lograron todos los permisos, asumiendo las responsabilidades. Me comisionaron para supervisar las acciones de esta aventura fílmica comercial en el continente blanco, especialmente en lo concerniente a la seguridad y observancia del Protocolo de Madrid en cuanto al medio ambiente antártico.

Los cineastas no podían creerlo, parecía que iban a poder integrar ese círculo rojo de la publicidad global, a partir de una Tierra del Fuego que asumía el acompañamiento necesario. La empresa presentó su proyecto, acompañado de un estudio de impacto ambiental que fue analizado en la secretaría de Medio

Ambiente de TDF y por la DNA, sin mayores objeciones. Manos a la obra, había que conseguir ahora un barco moderno, tecnológico con capacidad de operación con helicóptero, que además de ser protagonista del film sería apoyo técnico del mismo… las aventuras vendrían después, pero eso lo veremos en la próxima edición.


 


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