Hacia un tratado internacional contra las pandemias
“Nadie está a salvo hasta que todo el mundo lo esté” aseguran líderes mundiales que abogan por un tratado pangubernamental contra la crisis. El virus del SARS-COV-2, no es solo una cuestión biológica, es un fenómeno complejo cuyas aristas bañan la salud, la economía, la política, la cultura, etc. El acceso a la inmunización masiva divide nuevamente al mundo y urge pensar en clave de cooperación internacional la gestión de esta pandemia y la prevención de las futuras.
Desde comienzos del año pasado que venimos reforzando la responsabilidad individual y la importancia de las medidas de protección, ¿pero alcanza? Una pandemia es un fenómeno que trasvasa lo personal para inundar todo el campo de lo social. Y las salidas posibles deben necesariamente incluir un trabajo desde distintos niveles. Sin una acción conjunta y coordinada, cargar las tintas en el cuidado individual es como querer tapar el sol con la mano.
24 líderes de distintos países y organizaciones, entre los que se encuentran el presidente de España Pedro Sánchez, el presidente del Consejo Europeo Charles Michel, el presidente de Francia Emmanuel Macron, la canciller de Alemania Angela Merkel y el primer ministro del Reino Unido Boris Johnson, junto con la Organización Mundial de la Salud, emitieron un comunicado en distintos medios gráficos, solicitando un tratado internacional de preparación y respuesta ante pandemias. “El objetivo principal de este tratado sería fomentar un enfoque pangubernamental y de toda la sociedad con el fin de reforzar las capacidades y las resiliencias nacionales, regionales y mundiales ante futuras pandemias.”
Una acción conjunta implica prever aspectos como la investigación, manejo de datos, producción y distribución de contramedidas médicas y de salud pública, entre otros. Esto se asienta en una concepción de la salud universal que contemple la interacción seres humanos-animales- medio ambiente, conocida como el principio de “Una sola Salud”. En tal sentido, los firmantes señalan: “Nos comprometemos a garantizar el acceso universal y equitativo a vacunas, medicamentos y pruebas diagnósticas seguras, eficaces y asequibles para hacer frente a esta pandemia y a otras futuras. La inmunización es un bien público mundial y tendremos que ser capaces de desarrollar, fabricar y desplegar vacunas lo más rápidamente posible.”
La mira está puesta en el hoy, pero sobre todo en el futuro. Añaden: “Hoy mantenemos la misma esperanza de que, mientras luchamos juntos para superar la pandemia de COVID-19, podamos construir una arquitectura sanitaria internacional más sólida que proteja a las generaciones futuras. Habrá otras pandemias y otras grandes emergencias de salud, y ningún Gobierno u organismo multilateral podrá hacer frente por sí solo a esta amenaza. La cuestión no es si las habrá, sino cuándo. Juntos debemos estar mejor preparados para predecir, prevenir, detectar, evaluar y responder eficazmente a las pandemias de forma sumamente coordinada.”
Nos hemos acostumbrado a pensar la problemática del coronavirus desde lo micro: las acciones que cada uno puede hacer, los cuidados, la limpieza, el distanciamiento, y desde ahí como influyen en el contexto general. Sin embargo, una dimensión que entienda la crisis actual en toda su complejidad debería tener en cuenta un enfoque multidireccional. Partiendo desde el sujeto hacia lo macro, pero también al revés, es decir, como repercuten las acciones colectivas en el individuo, y finalmente las relaciones de las personas con sus grupos y el medio que las circunda.
Un pensamiento que tenga en cuenta lo comunitario, implica ponderar los conflictos dentro de una globalidad. La doctora en sociología y licenciada en psicología Maritza Montero, dedicada al estudio de la psicología comunitaria habla del rol activo de los agentes de una comunidad en el diagnóstico, planificación y resolución de sus problemas, diferenciando la participación comunitaria de la mera intervención asistencialista.
Por otra parte, la dificultad reside también en poder pensar soluciones que partan desde la construcción, desde el nosotros, siendo que habitamos una cultura con base en el individualismo. Basta con observar la forma en la que nos relacionamos (o en la que no lo hacemos), donde se padece la soledad, lo grupal y lo institucional están cada vez más degradados y se enaltece la competencia, con poco lugar para el trabajo y crecimiento conjunto. Vale aclarar, que una visión compartida no entraña el borramiento de las diferencias, sino todo lo contrario, integrarnos desde nuestra singularidad y con nuestros recursos en un sistema mayor.
Que un grupo de líderes haya coincidido en la importancia de hacer un tratado, es porque, por mejor que esté un territorio, convivimos en una comunidad internacional y nos necesitamos mutuamente. Tratándose de amenazas biológicas, ningún país está seguro si piensa que el mundo empieza y termina en su frontera geopolítica. Contextos críticos implican acciones coordinadas en la firme convicción de que nadie se salva solo. Estamos juntos en el mismo barco, y ese barco se llama planeta Tierra.
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