Reflexiones en cuarentena
INICIAR TERAPIA DURANTE LA PANDEMIA
Las últimas semanas se han incrementado considerablemente las consultas por cuestiones relativas a la salud mental. Una de las primeras explicaciones que podrían rápidamente esbozarse es que este contexto de pandemia generó distintos malestares por los que los sujetos demandan tratamiento. Sin embargo, si bien muchas veces en el motivo de consulta aparece esto explícitamente, a poco de escuchar a las personas contar aceca de sus sufrimientos, surgen otros conflictos, que ya estaban presentes desde antes del Covid-19 y que este tiempo no hizo más que transformarse en “la gota que rebalsó el vaso”.
Entiendo que estamos de acuerdo en calificar de crisis a esta etapa. Una crisis que tuvo diversas y múltiples manifestaciones. En este sentido, podríamos pensarlo como una bisagra, tanto a nivel social, con claros cuestionamientos a las políticas que se venían reproduciendo y que en muchos casos demostraron su fracaso, como a nivel individual, como una coyuntura que nos enfrenta con un antes y un después.
La crisis habla también de una etapa decisiva, y si de algo huye el neurótico es de tener que tomar algunas decisiones. Entonces, puede ocurrir que algo de lo que nos pasa, nos conmueva, nos movilice y decidamos consultar a un profesional de la psicología.
Uno de los objetivos de las primeras entrevistas o técnicamente “entrevistas preliminares” es recortar el motivo de consulta y la demanda que subyace a ese pedido consciente. En estos primeros pasos es frecuente que el sujeto sienta cierto alivio por poder hablar con alguien todo eso que lo tenía angustiado, como una especie de “desahogo” emocional en el que se empiezan a drenar aquellas cosas que lo tenían desvelado, confundido, perturbado, etc. Simultáneamente el profesional empezará a poner algunas palabras, que nunca son de cierre, al estilo de alguien que transmite un saber, sino por el contrario, son palabras de apertura, que buscan generar que alguien se pueda preguntar por los sentidos coagulados, por los silencios, por los fallidos, y por aquello que nos habita sin habernos percatado.
Ese primer acto de alojar el sufrimiento de aquel que llega con su ser entre las manos, y nos dirige una pregunta por su malestar, es lo que marca el inicio de una relación signada por el descubrimiento y por el deseo.
Los consultantes llegan a veces con algunos prejuicios sobre el tratamiento, que es bueno poder decir y escuchar. Aparecen mitos como que el psicólogo no habla. Recuerdo una persona que en la primera sesión me preguntó: ¿vos sos de los que hablan o de los que no hablan? También en algunas oportunidades quienes consultan refieren no querer conectarse con cuestiones de su historia infantil que creen sería “sin sentido”, pero que a poco de iniciar empiezan a ver las asociaciones que ellos mismos traen al presente, o como algunas cosas que consideraban a priori “del pasado” determinan modos de relación actuales con los otros. Siguiendo esta línea, es interesante ver como un sujeto en un momento del análisis relata un suceso de su historia de una forma, y como ese relato tiempo después cambia y se resignifica.
El tratamiento en análisis es un proceso singular y único para cada sujeto. No hay dos tratamientos iguales así como no hay dos analistas iguales, ni aunque el profesional sea el mismo, nunca se es igual con cada paciente. Porque en cada sesión no es la persona del psicólogo la que aparece sino aquel vacío y soporte sobre el cual puede hacer de espejo algo de la posición que el paciente ocupa en su propia vida.
Ahora bien, aquel que se encuentra en análisis, en algún momento empieza a divisar algo de su posición subjetiva, aquellos lugares que ocupamos y reproducimos “sin saberlo” y que generan algunos de los padecimientos de los que nos quejamos. Poder ubicar estas coordenadas, habilitan que alguien en un determinado momento pueda decidir otra cosa. Pueda responsabilizarse de algunas cosas que le pasan y pensar otras salidas posibles, menos costosas (en términos de sufrimiento psíquico) y más acordes a su deseo.
Por supuesto que hay otras situaciones que nos suceden a pesar nuestro, y de las cuales no sería justo hablar de responsabilidad, porque ahí se está en otro terreno. Situaciones de violencias, por ejemplo, o de avatares de la propia vida, que nos dejan en determinados lugares, pero de los cuales, a pesar de ello, hay un camino posible, una ventana por la cual colarse y salir de la posición en la que otro nos colocó.
En esa experiencia de análisis, hay distintos finales posibles que se irán diseñando en ese viaje y que en conjunto, profesional y paciente, irán pensando y trabajando. En lo personal, me analizo y superviso mis tratamientos, y más allá del amor que siento por mi profesión y lo hermoso que fue para mí estudiarla, puedo testificar sobre lo importante que fue atravesar por la experiencia de análisis, y puedo remitirlo a cuestiones concretas que de no haberme animado a cuestionarlas y habitarlas, hoy, sería distinta mi historia.
En tiempos en los que se impone la acción sobre el pensamiento y la palabra está devaluada, animarse a emprender un recorrido analítico, es, sin duda, valiente y revolucionario.
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