El sábado 23 de marzo, a las 18, en el SUM del Museo Marítimo.
El piloto Orestes Lorenzo relatará en la capital fueguina cómo desertó de Cuba y luego sacó de ese país a su esposa y dos hijos en una arriesgadísima operación aérea que tuvo final feliz. Su hazaña es considerada una demostración cabal de que el amor a la familia y a la libertad, trasciende todas las fronteras.
Ushuaia recibió en las últimas horas a Orestes Lorenzo, un veterano de la guerra de Angola y piloto dilecto de la Fuerza Aérea cubana, que en 1991 desertó y aterrizó a bordo de un cazabombardero Mig 23 en Boca Chica, Estados Unidos, harto de la influencia soviética y del comunismo que teñía de arbitrariedad y hambre a su país. A ese cachetazo en el rostro a Fidel Castro, se sumó otro casi dos años después, cuando luego de agotar todas las vías diplomáticas para lograr que a su familia – su esposa y sus hijos de 6 y 11 años – se le permitiera reunirse con él, fue personalmente a buscarla. Lo hizo nada menos que piloteando un Cessna 310, un bimotor de escasas 6 plazas, en medio de la oscuridad de la noche y a 3 metros de altura sobre el mar para no ser detectado por los radares. De acuerdo con su esposa previamente, Orestes aterrizó sobre una angosta ruta próxima a la playa El Mamey, muy cerca de Varadero, solo el tiempo suficiente para que la mujer y los dos chicos ascendieran a la pequeña aeronave y volvieran a despegar. La operación, que tenía altas probabilidades de terminar en una tragedia, fue un éxito y la familia Lorenzo volvió a abrazarse y a no separarse nunca más.
Sin proponérselo, Orestes demostró muchas cosas con su hazaña, como por ejemplo que tanto el isleño país de Cuba como la primera potencia mundial estadounidense eran sumamente vulnerables a ataques aéreos sorpresivos, en travesías como la que realizó él mismo, pero impulsado por otros motivos.
“A mi esposa, Raúl Castro, ministro de Defensa y hermano menor del presidente Fidel Castro, le decía a través de uno de sus secuaces: ‘Usted nunca verá a su marido y los niños no verán al padre porque es un traidor que no merece vivir con ustedes” – relata a la prensa el ex militar cubano sobre el tiempo en que él intentaba que el régimen le permitiera a su familia salir de Cuba. Como si hubiera ocurrido ayer y no fueran más de 3 décadas las que hubieran pasado de aquellos sucesos, el entrevistado agrega: “Fue en el propio despacho de Raúl que un coronel de la contrainteligencia militar le advirtió a mi mujer: ‘El ministro dice que si Lorenzo tuvo cojones para llevarse un avión, que los tenga también para venir a buscarte”.
Como militar cubano Lorenzo pasó tres largos años, a fines de los 80, formándose en la Unión Soviética, justo cuando Moscú experimentaba con la Perestroika y La Habana se atrincheraba en el marxismo y el nacionalismo. Y no quería que su familia continuara viviendo en ese marco político ni lejos de él. Lamentablemente, todas sus gestiones ante organismos internacionales habían fracasado, por lo que con creciente desesperación e impotencia pergeñó un plan: estudiaría lo necesario para aprender a comandar un avión estadounidense (muy distintos a los soviéticos – cubanos) e iría por su esposa Vicky y sus hijos Reyniel y Alejandro, en secreto. Y así lo hizo. Al cabo de algunos meses ya estaba piloteando un viejo Cessna que una potentada cubano americana, opositora al régimen castrista, le donó para su causa.
Finalmente y después de volar al ras del agua por 150 km, Orestes concretó su propósito: estaban juntos nuevamente. “Desde el mismo instante del despegue yo estaba firmemente convencido de que todo saldría bien y esa fuerza espiritual jugó un papel clave en el rescate” – recuerda el visitante que ya está en Ushuaia, para hablar con la característica tonada cubana, al público que desee acompañarlo. El ex mayor Lorenzo contará en primera persona cómo le mostró al mundo entero que el amor todo lo puede, que trasciende cualquier frontera y que no puede ser aplastado por ninguna potencia, por poderosa que ésta sea.
La cita es el sábado 23 de marzo a las 18 en el salón de usos múltiples del Museo Marítimo y Presidio de Ushuaia, con entrada libre y gratuita para los residentes.
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