La pasión por las máquinas antiguas y los sueños a realizar.
Admirado por las vetustas herramientas que se utilizaban en los años 80 y 90 para sacar a la calle el semanario Prensa Libre, cuando el mundo digital era un sueño futurista, y muy especialmente por la vieja impresora Cabrenta exhibida en la vidriera de la calle Rosas 549, el simpático Dhiago Castro, llamó a nuestra puerta.
El jueves 24 de abril, la redacción de Diario Prensa Libre recibió una visita inesperada. Dhiago Castro, un niño de tan solo 9 años, pasó por la vereda de la calle Juan Manuel de Rosas 549, mientras acompañaba a su abuela a hacer compras cuando se detuvo encantado ante la vidriera en la que se aprecia un pequeño museo gráfico.
Sin ninguna timidez se presentó y confesó su interés “por ver las máquinas antiguas, porque me gustan mucho las máquinas de antes que yo naciera…” – nos dijo. La máquina impresora Cabrenta, que imprimía los ejemplares del por aquel entonces semanario Prensa Libre, en los 80, fue lo que más le llamó la atención a nuestro simpático visitante, aunque también los teléfonos con disco para marcar, los grabadores y cassettes de cinta y mucho más los flopys de cartón que se usaban en los 90 para trasladar información entre computadoras.
Su asombro por los aparatos de antaño nos mostró cómo las nuevas generaciones, inmersas con naturalidad en el mundo digital, descubren con admiración la existencia de otros objetos mecánicos o analógicos que marcaron una era pasada y que precedieron a las conexiones inhalámbricas por bluetooth, Internet, entre otros tantos avances tecnológicos.
Luego de conocer las demás impresoras y todo el proceso que hace posible la salida a la calle de Diario Prensa Libre, Dhiago nos contó que va al cuarto grado de la Escuela Nro. 34 “Yak Haruin”, que es de Boca y que cuando sea grande quiere ser futbolista y peluquero.
Minutos después llegó su abuela Alba, que por esas casualidades del destino, refirió que también ella estuvo muy vinculada a la actividad gráfica ya que fue canillita hace muchos años atrás en la ciudad.
La visita de Dhiago y de su abuela fue un momento especial para el equipo de Prensa Libre, que vio en ellos una conexión única entre el pasado y el futuro. Mientras Alba recordaba con cariño sus días en los que trabajaba en la venta y distribución de los diarios locales, Dhiago la escuchaba muy atento y con los ojitos soñadores de quienes tienen por delante muchos sueños por alcanzar.