Fue autor de una página de la historia musical y literaria fueguina.
El folclorista cantó al viento de Tierra del Fuego sus sentidas coplas y también escribió dos libros en los que reflejó su amor a la tierra que adoptó en el año 1967, luego de dejar su Córdoba natal, y a la fe religiosa.
Pedro “el Zurdo” Heredia nació en Malagueño, Córdoba y se enamoró de Tierra del Fuego cuando en cumplimiento del servicio militar obligatorio lo designaron al por entonces Territorio Nacional, a desempeñar funciones en la Marina. El paisaje y la gente lo sedujeron al punto de radicarse definitivamente en Ushuaia en el año 1967, en donde prestó servicios en la Policía y en la Municipalidad y además desplegó su pasión por la música folclórica.
Ese mismo año volvió a su provincia natal pero para representar en los escenarios de la edición Cosquín ´67, al suelo que había adoptado, y como parte del conjunto “Los Nocheros Fueguinos”.
En 1970 constituyó el que inicialmente se llamaría grupo “Los tres para el canto”, junto a los folcloristas Manuel Maldonado y “Chango Díaz”, y que luego se convertiría en “Los cuatro para el canto”, con Francisco Pilar, Ramón Rodríguez y “Maco” Pérez.
Seis años más tarde, Pedro Heredia confesaba “se produjo un cambio en mi vida y me dediqué a predicar el Evangelio y a escribir la obra literaria Estampas Fueguinas”, que tendría también una segunda edición bajo el mismo nombre.
Sobre los motivos que lo llevaron en 1976 a los caminos de la religiosidad, el precursor del folclore fueguino, refirió: “Deseo hacer conocer la verdad de Dios con el anhelo ferviente de que mi país encuentre la paz que necesita. Soy un hombre agradecido del Señor eternamente, quien me libró de ser enterrado en un hospital psiquiátrico hace más de 30 años, trasladándome de las tinieblas a su luz admirable. Por eso no me canso de dar testimonio de su gran amor y misericordia”.
En la presentación de sus obras y en cada recorrida artística por nuestro país y también por el Uruguay, y en cada medio de comunicación al que lo invitaron, el “Zurdo” no se cansó nunca de reafirmar sus sentimientos: “ofrezco mi testimonio de vida con el goce gratificante de sentirme útil a mi país y a esta comunidad de Tierra del Fuego que tanto amo”.
El día sábado 27 de enero el autor de una de las páginas de la historia cultural fueguina dejó de existir en Ushuaia, a los 84 años de edad.
El folclorista Ramón Barrenechea, lo homenajeó con estas palabras: “Lo vi andar con su corazón entero caminando las calles de nuestro pueblo y Ushuaia reflejó en sus ojos cargados de nostalgias y distancia que reflejaron en cada poema en cada esquina de estas calles de hielo. Ahí andaba con su `Puchero e pobre´ nombrando a la gente fueguina en sus poemas, con ese compromiso sin límites y sin prejuicios humanos, sin otro interés que el amor a su gente. Pioneros renombrados y otros que los llevó el silencio revivían y orgullosos tenían sus poemas como una ofrenda mágica del corazón del artista que pone un oído al latido del pecho de su pueblo”.
Otro artífice de la cultura local, de manera anónima y solo con sus iniciales, J.G.A., lo despidió con una poesía: “Prefirió no hablar a veces, de palabras entre rejas y ser ciego en las cenizas, de un verso borrado, que no ha de volver jamás”.
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