El público y el privado, o el público con el privado… el dilema del turismo local que invita a la discusión

El público y el privado, o el público con el privado… el dilema del turismo local que invita a la discusión

El público y el privado, o el público con el privado… el dilema del turismo local que invita a la discusión

La expresión que antecede me ha llevado a mostrar los resultados de la investigación realizada como conclusión de mi Maestría sobre el Desarrollo del Turismo cursada en la Universidad Nacional de Quilmes. Allí pude profundizar en el rol que desempeñan los distintos actores (políticos, económicos y de la sociedad civil) en el turismo fueguino. Así abordé las continuidades y cambios que se produjeron a partir de la provincialización y las estrategias desarrolladas para estructurar la actividad en función de los distintos intereses en la Provincia de Tierra del Fuego A e I. A.S.

El antiguo Territorio Nacional inició su camino para consolidarse como destino turístico en la década del ’60 con la gestión del gobernador Campos. La infraestructura turística se radicaba en puntos de alto valor paisajísticos sentando las bases para la promoción de los escenarios naturales.

Campos pudo visualizar las condiciones de desarrollo y se refirió al potencial económico fueguino con estas palabras: “La terminación de la Ruta Nacional Nro. 3, será un factor económico importante y asimismo elemento de significación social porque permitirá incrementar el turismo, la ampliación del muelle de Ushuaia, las conexiones con el continente y la fijación de un régimen impositivo especial…”. (Argentina Austral 1959).

El trazado de caminos, la construcción de hoteles y la llegada de turistas eran vistos como una avanzada en la nacionalización de fronteras y puesta en práctica de la soberanía nacional. Es decir, las acciones que se proyectaron en el territorio obedecían no solo a una intencionalidad geopolítica sino también a la consolidación de un mercado potencial.

La provincialización se produjo en el año 1991 a través de la Ley Nro. 23.775 dando inicio a un nuevo proceso de administración de los bienes turísticos estatales.
El Decreto Nro. 746/90, un año antes de la provincialización, fue el marco normativo de transferencia de los bienes que administraba el Territorio Nacional, a saber:

Aeroestación Ushuaia, bar, confitería y kiosco.

Aeroestación Río Grande, restaurant, stand y local en planta baja Hotel Albatros y bowling Albatros

Hotel Canal Beagle

Hotel Yaganes

Camping Lago Roca

Hostería Kaiken

Hostería Petrel

Hostería San Sebastián

Confitería y Aerosilla Glaciar Martial

Cabañas Río Pipo

Parador Río Pipo

La hostería San Pablo no figura en el Decreto Nro. 746/90 sin embargo el Territorio la reconoce como un bien del Estado a través del Decreto Nro. 1.083/87. Además del citado decreto se encontraba vigente el Decreto Nro. 736/88 que otorgaba a la empresa Roanmat SRL la concesión para su uso y explotación de 400 Has. en la zona de aguas termales del rio Valdez para la instalación de un complejo turístico.

La hostería del Lago Yehuin fue adquirida por el Banco de Tierra del Fuego en el año 1987, mientras que la hostería Kaikén fue licitada y adquirida por un particular. La hostería San Sebastián fue entregada al Automóvil Club Argentino mediante el Decreto Territorial Nro. 198/82 por el término de 90 años y sin obligación de canon de uso.

Largos procesos judiciales certificaron el deterioro de la Aerosilla Glaciar Martial, las termas del Río Valdez y las cabañas del Río Pipo.
La desidia permitió la destrucción de las hosterías Petrel, Cabo San Pablo y Yehuin.

El camping Lago Roca se encuentra ubicado en el Parque Nacional Tierra del Fuego, aunque no pude acceder a documentación probatoria de su transferencia.
El Hotel Yaganes es parte de la administración pública provincial.

Además, es pertinente aclarar que el Estado Nacional absorbió las deudas del Territorio, modernizó la Ruta Nacional Nro. 3, amplió el puerto y construyó el aeropuerto de la ciudad de Ushuaia con lo que facilitó el desarrollo turístico local.

Las gestiones desarrolladas por el Estado con sus decisiones (y no decisiones) y su resultado contradictorio e irracional son una muestra de la trayectoria sinuosa, errática y contradictoria que suele tener el aparato estatal defendiendo un supuesto beneficio social.

Generalmente la creación y aplicación de las políticas públicas se dirimen en medio de la burocracia con escasa participación de los sectores interesados. El conocimiento limitado del funcionamiento del turismo en la mirada de un solo sector involucrado produce el fracaso de las medidas adoptadas porque su poder efectivo es escaso.

El sistema administrativo público fueguino es ineficaz. Su funcionamiento ya fue analizado por Chiari (2013) y Vaccarezza (2014) y vale citar entonces a Loreau (2008) cuando afirma que el Estado puede “contradecirse sin cesar, responder meticulosamente a preguntas que nadie se hace y hacer oídos sordos a nuestros interrogantes más angustiosos “

Como hemos visto el Estado no es un gestor exitoso. Desde hace ya mucho tiempo la sociedad fueguina ha intentado ensayar una explicación válida al deterioro del patrimonio turístico provincial sin arribar a su esclarecimiento. La pérdida no fue solo de recursos materiales, empleos y beneficios económicos, sino que privó a la comunidad local y al visitante de la posibilidad de disfrute de paisajes de singular belleza.

Sin embargo, existió un momento de claridad con la creación de la Agencia de Desarrollo Ushuaia en el año 2004 dónde poseen representación no solo el sector político y empresarial sino otras organizaciones de la sociedad civil y del conocimiento. Este modelo de gestión turística logró revertir uno de los mayores problemas que enfrentaba el destino Ushuaia, su marcada estacionalidad, cuando el sector público y el privado en conjunto reconvirtieron el vacío del invierno.
La acción del capital privado en su mayoría local, constituyó el mayor aporte al desarrollo y posicionamiento actual.

Cabe destacar que existen en este tiempo bienes del Estado gestionados por particulares con un alto nivel de competitividad y en algún caso forman una atracción indudable de la oferta.

Está claro que la gestión turística no se construye con un solo recurso o un solo actor. Es necesario aportar diferentes estrategias asociativas que beneficien a la mayor cantidad de sectores. El éxito ya ha sido probado en numerosos destinos dónde la lógica impera en la asociación de lo público y lo privado con el aporte de las organizaciones del conocimiento.

La abundante bibliografía existente sobre desarrollo endógeno ya ha demostrado que el éxito de un destino se basa en la participación activa de los distintos sectores.

Apelo a la racionalidad de todos los que ejercen funciones directivas.


 


Edición:

Diario Prensa
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