Pensar la movilidad sostenible en clave local.
«El transporte, que representa más de una cuarta parte de
los gases de efecto invernadero a nivel mundial, es clave
para ir por el buen camino. Debemos descarbonizar
todos los medios de transporte para llegar a cero
emisiones netas en 2050 en todo el mundo»,
António Guterres. Secretario General de las Naciones Unidas.
Discurso de apertura en la última conferencia de Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (COP26)
La idea de movilidad sostenible ha tenido una gran influencia en lo que parece ser un cambio de paradigma para los responsables de la formulación de políticas públicas en materia ambiental. En efecto, tal cambio de mentalidad y actitud de los técnicos, políticos, empresarios y otros sectores interesados es reforzado por la sociedad civil en su conjunto, donde la cuestión ambiental es cada vez más valorada como un activo universal de cara al futuro.
Se trata de ese tipo de movilidad que agrupa el conjunto de desplazamientos, tanto de pasajeros como de mercancías, que se realizan con la finalidad de recorrer la distancia desde el lugar de origen hasta el de destino reduciendo los efectos negativos en el ambiente. La movilidad que en la ciudad se considera sostenible abarca tanto el transporte público como el privado.
En el caso particular de la movilidad sostenible, la legitimidad de base surge justamente de la toma de conciencia del conjunto de la población de la necesidad de desarrollar sus actividades diarias, cualesquiera se trate, con calidad de vida y responsabilidad ecosistémica. Así, objetivos como la protección del ambiente y nociones como la democracia participativa, que los planificadores y expertos del transporte y el ambiente desconocían hasta hace poco tiempo, se han transformado en hitos destacados de los programas de este sector.
De este modo, aquellos que descartaban las tesis del desarrollo sostenible, porque pensaban que nada tenían que ver con el transporte y la movilidad, se han visto obligados a aceptar que actualmente forman parte de las reglas del juego del status quo ambiental. Entonces, más allá de los demás éxitos y fracasos que puedan atribuirse a la movilidad sostenible, lo más probable es que ése sea su resultado más importante hasta la fecha, una suerte de reivindicación de que todos somos responsables de repensar posturas, sin fórmulas mágicas y sobre todo, con los pies sobre la tierra.
El desafío de ordenar la información
El logro de la movilidad sostenible, sin embargo, depende en gran medida de que se disponga de competencias técnicas en la materia, exigiendo diferencias con respecto a las que son necesarias para el transporte tradicional, ya que estas últimas se han basado, obviamente, en la ingeniería y la planificación. La preparación técnica para la movilidad sostenible entonces, se diferencia además por un carácter interdisciplinario, entrando en juego variantes como la evaluación del ambiente y el territorio, aspectos esenciales para pensar la instauración de ese
tipo de movilidad, así como el conocimiento del desarrollo espacial-regional y de los procesos de adopción de decisiones vinculado a este último.
Con todo, es importante destacar el déficit a la hora de ponderar mediante indicadores los avances que en materia de movilidad sostenible se vienen dando desde inicios del siglo XXI. Como muchos autores y especialistas exponen, lo que falta actualmente no son los datos –los hay de sobra, aunque no siempre comparables- sino más bien los marcos adecuados para su interpretación analítica. De esto se desprende que lo más importante no es la categoría de datos que se tengan a mano, sino lo que se puede deducir de las informaciones sobre los resultados del paradigma del desarrollo sostenible en su conjunto y, lo que es aún más revelador, sobre los efectos de determinadas políticas o el impacto de ciertas medidas.
Dicho de un modo más coloquial, existe el problema que si bien existen datos elaborados por diversas organizaciones internacionales de prestigio, se carece de un eje ordenador que pueda establecer las interconexiones entre todos ellos, una unidad de medida capaz de ordenar todo el universo de información y comprensión con el que se cuenta.
Sumado a esto, existe otra razón más para reconsiderar la planificación y el estudio analítico del proceso de adopción de decisiones en materia de transporte y está dado por el hecho de concebir la necesidad de integrar las políticas de transporte con lógicas predominantes en otros sectores que deberían estar necesariamente concatenados, como las políticas de planificación y desarrollo del hábitat.
La perspectiva del usuario
Una ligera inspección sobre la movilidad sostenible demuestra que existe un reducido número de artículos sobre el fenómeno específico y en comparación con otras temáticas ambientales, refleja la debilidad de los vínculos existentes entre el discurso que se tiene sobre este tipo de movilidad en relación con la cuestión socioambiental, el desarrollo territorial y la evaluación de la tecnología limpia disponible. Y aunque estas esferas parecerían totalmente diferentes desde muchos puntos de vista, sus elementos comunes resultan reveladores. Ambas se relacionan, por ejemplo, a la hora de contemplar la “perspectiva del usuario” potencial sobre la idea de la movilidad sostenible. En efecto, si bien la evaluación tecnológica está estrechamente relacionada con los programas de la política de transporte, lo cierto es que se desconoce en gran medida lo que piensan sus usuarios, como el modo en que perciben la política de transporte o los conocimientos e innovaciones tecnológicas operadas en un momento particular.
Estos ámbitos de investigación merecen explorarse con miras a vincularlos mejor con el discurso sobre la movilidad sostenible y, de ser posible, para convertir a este último en un programa sobre políticas públicas específicas acompañado por los diferentes sectores interesados.
Plan local de acción climática en Ushuaia: un juego concurrido
Siguiendo esta línea de trabajo y definiciones, el Municipio ha presentado su Plan local de Acción Climática, donde las investigaciones desarrolladas han resultado de vital interés para la formulación de políticas públicas relacionadas a la movilidad sostenible. En esta búsqueda de datos y sistematización de los mismos, se ha llegado a resultados de gran importancia visto que los mismos han sido la base fundamental para el posterior desarrollo de la “Estrategia local de Movilidad sostenible en Ushuaia”.
Como veníamos comentando, el uso y sistematización de los datos cualitativos y cuantitativos es clave en la toma de buenas decisiones y en la implementación de políticas públicas aggiornadas a las demandas comunitarias actuales, porque permiten orientaciones precisas para articular planes de acción sobre el territorio.
Para el caso local, un dato que no debe pasar inadvertido es que en el territorio del ejido municipal de la ciudad de Ushuaia el transporte representa 36,3% de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la combustión de los motores y otros mecanismos de propulsión y del consumo de energía eléctrica empleada para la movilidad. A su vez, esa cifra se desagrega del siguiente modo: navegación (48,2%), vehículos particulares (29,4%), aviación (21%) y por último, transporte público, de carga y otros (1%).
Estos datos invitan a revisar los sectores intervinientes, los actores y decisiones que cada uno pueda determinar para seguir apoyando políticas públicas en favor de la ciudad y su gente, en pos de encaminarnos hacia una movilidad sostenible beneficiosa para todos. Sin dudas, no alcanza con lograr un cambio de paradigma verbal, que quede sólo en palabras y expresiones de los sectores tradicionales que militan o apoya con mayor entusiasmo el paradigma verde de la sustentabilidad, sino que sería un momento propicio para avanzar más allá, definiendo responsabilidades institucionales vinculantes y generando mecanismos de participación efectivos que involucren quizá con mayor poder de intervención a cada uno de los actores relevantes, pero también propiciando sumar a aquellos grupos etáreos que llegan a la madurez juvenil munidos de una educación ambiental cada vez más extendida y valorada.
Diario Prensa
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