En adhesión al cumpleaños del Museo del Fin del Mundo, 18 de mayo de 1979. Tercera entrega.
La historia del tristemente célebre presidio de Ushuaia abarca desde 1895 a 1947. Es necesario mencionar que hubo además un presidio militar en la Isla de los Estados que se mudó a Bahía Golondrina en el año 1902. Por su parte, el denominado «tren de los presos», formó parte del paisaje urbano de la ciudad de Ushuaia, desde 1911 hasta el cierre del penal, en el año 1947, aunque los antiguos pobladores le dieron también un uso posterior. No se trató siempre del mismo tren ya que hubo, según algunos relatos, de 2 a 4 diferentes locomotoras con sus respectivos vagones.
Pero hubo un antecesor a ese tren. Hallamos la historia de un xilocarril, es decir un primitivo tren que circulaba sobre rieles de madera y que seguramente fue medianamente útil para el movimiento de piedras y otros materiales para la construcción del presidio. Dicho artefacto funcionó desde 1902 hasta ser reemplazado por una locomotora tanque de 26 HP y un sistema de rieles totalmente diferente.
No podemos dejar de mencionar que en la edición Nº 403 del semanario Caras & Caretas del 23 de junio de 1906, hallamos referencias e imágenes de un “palocarril”, tal como se lo menciona, en Ushuaia. En fotografías publicadas se observa un pequeño y muy rústico “vagón” de troncos, con tres personas encima e impulsado por una locomotora de nombre “Primavera” que en realidad se trataba de una vaca. Como hecho significativo, aunque no tenga que ver con la historia del tren, en la nota de referencia se puede observar una singular imagen de un coche carro con tracción equina, al que se presenta como “el primer coche construido en la Cárcel de Tierra del Fuego por los presidiarios.”
El gobernador de Tierra del Fuego, Manuel Fernández Valdés (1905-1918) es quien indica, en las memorias de 1910, determinadas compras solicitadas por las autoridades anteriores, entre las que se contaba el ingeniero Catello Muratgia, un italiano que se desempeñó como segundo director del presidio y que tuvo a cargo la más ambiciosa obra de dicha institución. En un decreto de fecha 18 de noviembre de 1911, se expresa: “Art. 1º. Autorízace a la Gobernación del Territorio Nacional de Tierra del Fuego a adquirir en plaza dentro de los presupuestos que figuran adjuntos, tres mil metros de vía, seis zorras a plataforma y una locomotora tanque a vapor de veinticinco caballos de fuerza más o menos, todo del sistema “Decauville”, haciendo uso al efecto de los fondos que le fueron entregados por orden de 13 de junio último.”
“Art. 2º. La gobernación de Tierra del Fuego solicitará el reintegro, con estos antecedentes, de la suma que haya invertido en las adquisiciones que se autorizan, si resultara necesaria la compra de rollizos.”
Efectivamente en otro decreto de fecha 23 de noviembre del mismo año, se destinan $ 17.000 m/n., $ 12.000 como reintegro a la Gobernación por la locomotora y demás elementos adquiridos y $ 5.000 para gastos de traslados del arquitecto Angel Docal, quien viajó a esta localidad a fin de cumplir funciones en la construcción del edificio del presidio. Pero tengamos en cuenta que hubo hasta cuatro locomotoras, a lo largo de esta historia, las que fueron siendo reemplazadas conforme la demanda lo exigiera.
Estas locomotoras arrastraban hasta cinco vagones, tres de plataforma grande para el traslado de los presos a sus tareas habituales de talado de árboles y dos más pequeñas para uso de los guardiacárceles. En vagones playos se transportaban los rollizos y a los presos para sus tareas de desmonte.
Los movimientos de personas diariamente consistían en 90 penados y 30 guardiacárceles y la extensión de vías en su máximo desarrollo, llegó a los 25 kilómetros sumando las eventuales derivaciones de la vía principal.
En su desplazamiento por la zona que abarcaba el presidio, toda la costa de la bahía, el Monte Susana y Río Pipo, incluso dentro de lo que hoy es el Parque Nacional Tierra del Fuego, el trencito debía sortear determinadas dificultades que exigían mayores esfuerzos. Debido a que las tareas para su funcionamiento se llevaban a cabo tanto en verano como en invierno, los presos debían ir limpiando las vías luego de una tormenta de nieve e incluso arrojando arena en las vías para que la locomotora no patinara. En este andar pegaba “saltitos” lo que le motivó el apodo de “La Coqueta”.
La llegada del crucero Cap Polonio, en enero de 1923, motivó que se prepararan unos improvisados bancos en varios vagones, con el objeto de llevar a pasear a los visitantes hacia la zona del Monte Susana.
Fueron tantos los incendios generados por esta máquina, que el asunto motivó serios debates entre las autoridades del presidio y las del Gobierno. Esta controversia, como fruto de la experiencia, seguramente explica las consideraciones expresadas en un decreto de fecha 15 de octubre de 1942, firmado por el presidente Ramón S. Castillo (1942-1943) quien, luego de autorizar a la cárcel a explotar los bosques del Cañadón del Toro, exigió lo siguiente:
“f.- se controlará rigurosamente el estado del mata-chispas de la chimenea de la locomotora del «decauville»; esta operación se hará diariamente durante la primavera y verano y cada 15 días en las otras estaciones del año; g.- se evitará la caída de tizos salidos del cenicero de la caja de fuego y se vigilará celosamente durante el trayecto del «decauville» la marcha del mismo, para mejor cumplimiento de este inciso; h.- la limpieza del cenicero y del mata-chispas de la locomotora se hará en la playa existente delante de la Cárcel, en el pueblo de Ushuaia; i.- queda terminantemente prohibido encender fuego de cualquier índole en la cobertura muerta (granza) o en el interior del bosque; j.- la cocina de campaña de la cárcel, deberá tener mata-chispas..”.
Sin lugar a dudas “La Coqueta” obligó a una toma de conciencia de las autoridades, encendiendo la chispa de una mirada más ambientalista.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Archivo documental del Museo del Fin del Mundo.
«Monte Susana – Historia del tren de los presos de Ushuaia» / Alicia Lazzaroni / Editorial Utopías / Año 2007.
Boletín oficial de la República Argentina.
Edición:
Diario Prensa
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y toda Tierra del Fuego.