EL POLICIA RODRIGO BAZAN RECORDO EL EPISODIO EN EL QUE EL Y SU COMPAÑERO FUERON AGREDIDOS.
Sentado ante los jueces, el suboficial Rodrigo Bazán relató cómo aquel 24 de enero de 2016 no fue un día más de servicio. Aunque trató de mantenerse calmo durante su declaración, resultaba obvio que ese hombre temió, cuando una y otra vez, tendido en el suelo, varios sujetos lo golpeaban, que moriría allí, linchado.
Bazán comenzó relatando cómo una intervención laboral trivial se convirtió en un infierno: “Circulábamos con mi compañero Zárate por la calle Cilawaia haciendo una recorrida preventiva cuando observamos a un grupo de personas sobre la calzada, que gritaban. Le dije a mi camarada que diéramos la vuelta en U y estacionáramos el móvil para ver qué estaba pasando. Fue un procedimiento rutinario de prevención en el que les pedimos a los masculinos que se posicionaran contra el móvil para palparlos de armas. Recuerdo que también había un femenino que la apartamos a un costado porque no correspondía que la palpáramos, para después solo pedirle la documentación identificatoria.
Luego de finalizar con el palpado empezamos con la tarea de identificación. Recuerdo que yo arranqué del lado en donde estaba parado un menor, de izquierda a derecha. El menor colaboró en todo momento, brindó sus datos y de repente, todo pasó muy rápido y vi a mi compañero tirado en el piso recibiendo golpes y patadas. Todos menos el menor le estaban pegando. Intenté acercarme y ahí es donde vi que un sujeto con una cresta se me abalanzaba. Los dos forcejeamos, nos caímos al piso y escuché que gritaba como llamando a alguien. Entonces empezaron todos a golpearme a mí. Intenté instintivamente cubrirme el rostro aunque igual después en el hospital tuvieron que hacerme 22 puntos de sutura en la cabeza, además de sufrir cortes en las manos”.
Bazán contó también que sintió cómo caía una lluvia de golpes de puño y de patadas sobre él. Cuando por fin sus atacantes cesaron, lentamente se reincorporó, muy dolorido y se percató de que ya no tenía su arma reglamentaria. Cuando a pocos metros de distancia vio al cabo Zárate tirado sobre el asfalto, completamente ensangrentado reaccionó: “Solo atiné a pedir auxilio por la radio” – concluyó diciendo.
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