Murió don Ramón

Murió don Ramón

Después de haber estado varado 60 días en Salta, regresó el 23 de mayo a Ushuaia y el 25 fue internado con coronavirus en el Hospital Regional, en donde luego de 24 días de lucha, dejó de pelear por su vida.

 

Máximo Ramón Cardozo fue conocido por los fueguinos a través de un video que se viralizó en las redes sociales en marzo de este año y que llegó desde Salta, en donde un muchacho lo generó con su celular. Después de dormir varios días en una estación de servicio y de permanecer largas horas sentado a la intemperie, el anciano llamó la atención del remisero Cristian Duarte, quien decidió filmarlo y enviar el material a algunos contactos en Tierra del Fuego.
Don Ramón es un antiguo poblador de Ushuaia que después de estar varado por alrededor de 60 días en el otro extremo del país, adonde había viajado para llevarle flores a su padre en el cementerio de la capital salteña, regresó en el vuelo de repatriación del sábado 23 de mayo último, debiendo ser internado el lunes 25, con dificultades para respirar. El hisopado que se le practicó al ingresar al nosocomio, arrojó resultado positivo, poniendo en evidencia que el septuagenario había logrado traspasar las barreras sanitarias montadas en Salta, en Buenos Aires y en Ushuaia, estando infectado con COVID 19 y expuso la falibidad de las mismas.
A una semana de permanecer internado en el sector de internación de adultos con el tratamiento de rigor para neumonías severas – antibioticos anti retrovirales y corticoides – y asistencia ventilatoria externa por mascarilla, su estado de salud desmejorado decidió a los médicos a disponer su traslado a la Unidad de Cuidados Intensivos en horas de la mañana del lunes 1ero de junio. Don Ramón – como cariñosamente era llamado solo por sus amigos ya que no tenía familia – fue inducido a coma farmacológico y luego conectado a una de las máquinas de ventilación mecánica, constituyéndose en el tercer paciente con coronavirus que requirió de respirador en la provincia desde declarada la pandemia.
Los dos casos anteriores corresponden a un hombre de 67 años y a otro de 57, identificado este último como Daniel Casco, quienes después de permanecer más de un mes internados en la UCI, fueron dados de alta y se encuentran actualmente recuperados.
Máximo Ramón Cardozo se constituyó en el paciente Nro 149, el último de los residentes fueguinos infectados con COVID 19.
Diario Prensa publicó su historia en exclusiva, a modo de llamado de atención ante un tema que intranquiliza a la comunidad. Don Ramón demostró, sin proponérselo, la falibilidad de las barreras sanitarias y la ineficacia de los controles existentes en ese momento sobre los pasajeros que arribaban y siguen arribando en vuelos de repatriación o humanitarios y que se convertirán en regulares en breve.
Aunque a partir del caso se cambiaron protocolos y extremaron las precauciones – se comenzó a proporcionarles barbijos N95 a los pasajeros – su deceso vuelve a abrir el debate sobre la problemática.

DON RAMON Y SU HISTORIA

Don Máximo Ramón Cardozo protagonizó allá por el 24 de marzo, un video que circuló por los medios y las redes sociales en el que se lo veía sentado en una estación de servicio de Salta, desamparado e imposibilitado de regresar a Ushuaia, por falta de recursos y por la pandemia.
Un remisero se conmovió al verlo día tras día siempre en el mismo lugar y se le acercó para preguntarle en qué podía ayudarlo. Así, al enterarse de su situación, decidió hacer un video con su teléfono celular y lo publicó en las redes, pidiendo ayuda para el septuagenario de pocas palabras y aspecto humilde.
A dos meses de aquella filmación, don Cardozo logró desplazarse desde Salta a Buenos Aires y desde allí al lugar donde reside, a bordo de un vuelo de repatriación que aterrizó en el aeropuerto internacional Islas Malvinas, el sábado 23 de mayo último.
El solidario trabajador del volante le preguntó algunos datos al anciano, quien tímidamente le reveló que él era artesano y que había viajado a Salta para llevarle unas flores a su padre, enterrado en el cementerio de su ciudad natal norteña. Sin comida ni cama en donde descansar don Ramón expresó que hacía dos días que estaba deambulando por las estaciones de servicio, esperando ver acreditada su jubilación el 30 de marzo para hacerse de dinero y poder regresar a Ushuaia.
“Yo soy salteño pero estoy trabajando en Ushuaia. No tengo familiares acá ni tampoco allá”, se lo escucha decir, con desánimo. Explicó en el video también que sin recursos con los que sostenerse y con apenas un poco de dinero que fue racionando al extremo para llegar al momento de cobrar su jubilación, intentó pedirle ayuda a la Policía “pero solo me decían que me fuera”.
Entre ese 24 de marzo y el 23 de mayo y gracias a su benefactor, el remisero Cristian Duarte, quien lo trasladó a un refugio de personas en situación de calle, el artesano fueguino debió esperar para poder volver a Ushuaia. Así se convirtió en la prueba viviente de que pese a todos los controles sanitarios implementados para “filtrar” el ingreso de contagiados a la isla, el sistema debe ser perfeccionado.
Dos días después de pisar don Cardozo suelo ushuaiense, el lunes 25 de mayo, empezó a sentirse tan mal y con tanta dificultad para respirar que debió ser hospitalizado. Sometido al hisopado de práctica, el resultado fue positivo: estaba infectado con coronavirus.
De esta manera el anciano quebró una esperanzadora meseta de 15 días consecutivos (al 23 de mayo) sin ningún caso en toda la provincia y se constituyó en el enfermo Nro 149 con COVID 19. Las preguntas entonces se precipitaron: ¿Cómo logró este hombre salir de Salta y traspasar los controles sanitarios implementados en esa provincia? ¿Cómo logró sortear los testeos que se efectúan en el aeropuerto de Buenos Aires antes de ascender al avión? Y peor aún… ¿cómo superó el cuestionario y la revisación médica, con toma de temperatura incluida, que oficialmente se ha informado que se le realiza a cada pasajero que vuelve a Ushuaia en los vuelos de repatriación?. Es un hecho que la liebre se escapó y que pese a la fuerte inversión y capacitación para evitar que ningún infectado ingrese a Tierra del Fuego, eso finalmente ocurrió.
Y las preguntas siguen viniendo a la mente de una población que observa expectante cómo evoluciona la curva de contagios y cómo las camas del Polo Sanitario están ahí, listas para albergar enfermos en caso que los números se disparen. Sobrados son los casos en los que un solo infectado logró desbalancear el precario equilibrio que se puede tener en una pandemia por la exponencial manera de transmisión que caracteriza al COVID 19.
Fue hasta providencial que el pasajero del vuelo del 23 de mayo experimentara síntomas que requirieron asistencia hospitalaria. Al menos así se lo visibilizó y se pudieron tomar las medidas de prevención y detección con todo el pasaje y con todas las personas que tuvieron algún tipo de contacto con él, en Salta, en Buenos Aires y en Ushuaia.
El personal de Salud de Tierra del Fuego está indignado y ante el ingreso del anciano al nosocomio, en donde se habían comenzado a

flexibilizar protocolos con la apertura de algunos consultorios para atenciones presenciales, expresan por lo bajo: “Acá tendrían que rodar varias cabezas. Esta persona ya estaba enferma cuando llegó a Ushuaia por lo que hay que pensar que no fue controlado adecuadamente en el continente ni tampoco en el aeropuerto de Ushuaia. ¿Esta es la manera en que nos cuidan?”.
Don Cardozo fue el caso 149. Estuvo internado sin familiares que llamen para saber sobre su estado de salud, porque como él mismo lo contó en la filmación, estaba solo.


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