Desesperada, Elvira, intentó proteger a su hija de un entorno vinculado a la venta de drogas y terminó siendo amenazada de muerte. Su hija había dejado la isla para estudiar abogacía y terminó relacionándose con narcotraficantes que les prendieron fuego la casa en donde dormían.
Elvira, una mujer residente en Tierra del Fuego, envió a su hija a estudiar abogacía a la ciudad de Córdoba para ayudarla a que pudiera tener un buen futuro. Sin embargo, su vida y la del resto de la familia se transformaron en una pesadilla cuando descubrió que la joven había comenzado a relacionarse con una persona vinculada al narcotráfico.
“Hice la denuncia porque mi hija, en ese momento, era menor de edad, pero cuando cumplió los 18 años el 2 de enero último me dijeron en la Policía que ya no podía hacer nada”, relató Elvira con angustia. La madre intentó, sin éxito, apartar a su hija de ese entorno. En represalia, sufrió amenazas, agresiones y un atentado incendiario en su vivienda del barrio San Roque.
El ataque ocurrió a las cinco y media de la mañana, cuando toda la familia dormía. “Nos despertó la explosión. Pudimos salir porque Dios fue grande”, contó Elvira, quien estaba en la casa junto a su hija, su nieta y una sobrina, ambas menores de edad. Las llamas comenzaron en una ventana que fue rociada con un líquido inflamable y rápidamente se extendieron al interior.
Elvira denunció que, pese a haber presentado pruebas y testigos sobre el ataque, los responsables continúan en libertad. “La única respuesta que he tenido es la custodia policial”, afirmó, aunque dice que no sabe hasta cuándo se le brindará esa medida de protección. También describió la situación en el barrio como alarmante: “Son los dueños de la calle, y el barrio lamentablemente también es cómplice porque nadie habla por miedo”.
La mujer explicó que enfrentó directamente a los traficantes y que teme que las represalias continúen. “Estamos todos con miedo porque pienso que esto no va a terminar acá”, señaló. Asimismo, reclamó la falta de apoyo por parte de la Justicia, que considera que no hace lo suficiente para proteger a su hija y al resto de su familia.
“No quiero perder a mi hija. Ella tiene un futuro, estaba estudiando segundo año de abogacía. Pero estas personas no tienen límites, no les importa que sean jóvenes con sueños o que haya criaturas en riesgo”, agregó.
Elvira destacó que seguirá luchando por su hija, aunque siente que enfrenta esta situación sola y en un entorno hostil. “Es una asociación de familias que venden drogas en el barrio. Todos lo saben, pero nadie habla por miedo”, concluyó.