Munido de un hacha y a los gritos, un enfermo mental causó pánico en el BTF

Munido de un hacha y a los gritos, un enfermo mental causó pánico en el BTF

De susto en susto: el 7 de julio un paciente psiquiátrico incendió el hospital de Ushuaia y ayer, el personal bancario estuvo en vilo por el accionar de otro sujeto desquiciado.

Ante el estupor de transeúntes y automovilistas y la conmoción de los empleados del BTF que prestan funciones en la sede de Maipú y Juan Manuel de Rosas, el sujeto fue rompiendo uno a uno con un hacha los seis cristales espejados de gran tamaño del frente del edificio. Finalmente la Policía lo interceptó y detuvo a una cuadra, a metros de San Martín. En una próxima oportunidad, en vez de ventanales, ¿será la cabeza de alguien?. La Justicia y el área de Salud Mental tienen la respuesta.

Munido de un hacha y a los gritos, un enfermo mental causó pánico en el BTF

La semana comenzó con un hecho que provocó momentos de gran nerviosismo entre el personal del Banco Tierra del Fuego que se desempeña en la sede de Maipú y Juan Manuel de Rosas.  En ese lugar, alrededor de las 11 de la mañana, un hombre de aspecto desaliñado y con lentes, comenzó a romper los grandes ventanales del edificio bancario, con un hacha de mano.  Uno a uno los fue golpeando con violencia, de derecha a izquierda, hasta dejar los seis paneles, astillados.  Cada impacto del hacha provocó una seguidilla de estruendos que alarmó a los empleados que en esos momentos estaban trabajando en el interior.

“ ¡Ya te dije… o me pagas, loco o me pagas! – le había advertido con actitud amenazante, sin barbijo y a los gritos, el individuo a un grupo de empleados que lo recibieron en el hall del edificio, intentando un diálogo que resultó inútil ante las incoherencias que profería. “El Juzgado, como no puedo pagar el crédito de la casa con la pensión RUPE que tengo porque no me alcanza … estoy endeudado… me dio como una ventaja algo para hacer extrajudicialmente” –  les manifestó a sus interlocutores el hombre que cada vez se sulfuraba más al punto de exigirles que anotaran sus datos y que le pagaran por 15 años en concepto de no se entendió qué.  Mientras algunos empleados fingían comenzar a hacer alguna anotación, en un intento de calmarlo, el individuo seguía sin entender razones y se enardecía cuando le decían que querían ayudarlo.  Sus gritos constantes y la falta de una protección que frenara el aerosol de su saliva también fue motivo de intranquilidad entre los presentes. ¡Ya te dije… o me pagas, loco o me pagas! se lo escuchó exclamar, antes de por fin retirarse.  Luego de verlo  subir por la calle Juan Manuel de Rosas, los empleados salieron a la vereda más aliviados, mientras observaban los daños en los ventanales que aunque significan un perjuicio económico significativo, deberán imputarse a la cuenta “pérdidas irrecuperables”, tal como ocurrió, salvando las distancias, con el Hospital Regional Ushuaia, dado que en ambos casos, los autores son pacientes psiquiátricos.

Al arribar al lugar una comitiva policial logró interceptar, inmovilizar y aprehender a la desequilibrada persona, a una cuadra del banco, en Juan Manuel de Rosas y San Martín.

Allí, mientras seguía gritando y amenazando, permaneció sentado en las escaleras del ANSES, con su mano derecha vendada, hasta que fue trasladado al Hospital Regional Ushuaia.

Otro caso reciente, la misma problemática

 

El incendio del hospital de Ushuaia fue causado intencionalmente por un paciente psiquiátrico, el miércoles 7 de julio del corriente año.  Fue un hombre con numerosos antecedentes penales, declarado inimputable por la justicia provincial, quien prendió fuego un colchón con la intención de autolesionarse, provocando llamas que rápidamente se multiplicaron por el techo hasta lograr la destrucción de un vasto porcentaje del edificio y su equipamiento.

El hospital sufrió daños que todavía no lograron cuantificarse en su totalidad y que obligaron a dejarlo fuera de servicio por varias semanas.

El polideportivo “Cochocho” Vargas, acondicionado como hospital de campaña por el Municipio de Ushuaia para casos de COVID, terminó constituyéndose en el hospital general de la capital fueguina, hasta que pudieron comenzar a reconstruirse algunos de los sectores más afectados por el fuego.

Además de la evacuación general del edificio, el aspecto más dramático lo constituyó el desalojo del sector de maternidad, con bebés en cunitas e incubadoras y también la desconexión de pacientes con coronavirus de los respiradores mecánicos para trasladarlos a la UTI de la Clínica San Jorge.

Hoy los habitantes de Ushuaia todavía no cuentan con su hospital 100% restablecido porque las pérdidas fueron mayúsculas: lo que no destruyó el fuego, lo hizo el humo y el agua. Y todo comenzó con la llama del encendedor de un paciente psiquiátrico que estaba alojado en el sector de Salud Mental y que debió haber sido oportunamente derivado fuera de la provincia. Tal como ocurrió 24 horas después del siniestro. Pero el daño ya estaba hecho.

 

Materia pendiente

 

La Salud Mental continúa siendo un problema irresoluto en Ushuaia, en donde ya se ha hecho habitual el tratamiento mediático de cuestiones que tienen que ver con el accionar de personas con enfermedades mentales que los llevan a atentar contra sí mismos y contra terceros, o como en este caso y en el del Hospital Regional Ushuaia, contra la propiedad pública.

La precariedad de recursos en el nosocomio local antes del incendio y más aún en la actualidad en que está funcionando a media máquina, sumada a la descordinación del trabajo de los jueces con el Ejecutivo provincial y el incremento de trastornos mentales por la migración y el aumento poblacional, conforman una fórmula peligrosa que promete seguir provocando daños imprevisibles.

Cíclicamente, cada nuevo hecho vuelve a instalar la misma pregunta entre los ciudadanos: ¿hasta cuándo?.


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