Por Virginia Rizzo
Lic. en Ciencias del Ambiente.
Directora del Observatorio Socioambiental
Instituto de Estudios Fueguinos (I.E.F.)
Desde la óptica de la ecología urbana, se explica que toda ciudad comprende un complejo sistema conformado básicamente por tres partes: el espacio natural, la sociedad y lo que ésta construye interviniendo el medio natural. Vale decir que una ciudad puede desarrollarse como tal en la medida que existe un soporte o espacio natural que brinda condiciones de desarrollo para una comunidad, dando como resultado una interacción que genera en muchos casos presiones sobre sus partes y da como resultado lo que llamamos problemas urbano-ambientales.
Lo ambiental, desde este punto de vista, remite a la relación que existe entre el espacio natural y la sociedad y la forma en que ésta se apropia de ese soporte físico. Salvando ciertas excepciones que nos brinda la modernidad, la tendencia general de las urbanizaciones es siempre en espiral ascendente. Mientras que lo urbano tiene que ver con una cualidad que se relaciona con diferentes instancias de asentamiento humano y con las relaciones que estos generan con el espacio circundante.
¿Qué ocurre si pensamos Ushuaia utilizando las nociones que nos brinda la ecología urbana? ¿Cómo se dan esas tensiones entre las partes constitutivas que conforman la ciudad?
Pensar los problemas urbano-ambientales
Para pensar los problemas urbano-ambientales debemos comprender que se trata de una relación de simbiosis, es decir, una interacción estrecha y persistente a partir de la dependencia ineludible que existe entre las partes. Pero la experiencia también dicta que si existen estas dos dimensiones, la urbana y la ambiental, es imposible que no se generen desequilibrios entre ellas. En ese sentido, es importante entender que la presencia de problemas, es en principio producto de una construcción histórico social, que excede la mirada coyuntural, y que como tal debe ser tenida en cuenta desde una óptica más amplia e integral. Es necesario nunca perder de vista que ese tipo de problemas no surgen de un día para otro, como tampoco las soluciones a los mismos se darán en lapsos breves y como por arte de magia.
Efectivamente existe una consideración especial desde las sociedades hacia los problemas urbano-ambientales, en tanto los mismos afectan en forma directa la calidad de vida de los habitantes. Y aquí es donde suele abonarse el campo para las disputas.
“Calidad de vida” es otra de las nociones fundamentales que aporta la ecología urbana. Éste concepto, tan en boca de todos, en realidad está sujeto a múltiples interpretaciones y definiciones producto de su creciente interés tanto en el ámbito académico como en el político y social. Si bien puede existir la posibilidad de arribar a un indicador que nos dé aproximaciones, es imposible arribar a parámetros exactos. Y esto es así, sencillamente, porque hablar de calidad de vida depende directamente de parámetros subjetivos, contextos determinados y situaciones particulares. Para estos casos, no existe una regla exacta y siempre media el debate y la posibilidad de revisión de las posturas.
De esta forma, queda claro que la relación de presión que cada uno de los componentes de la ciudad ejerce por sobre el otro se encuentra en un delgado equilibrio que usualmente llamamos sustentabilidad y que cuando este equilibrio se ve descompensado nos encontramos frente a un problema urbano-ambiental, que a su vez afecta directamente la calidad de vida.
Pues bien, si la calidad de vida es la que se ve finalmente afectada entonces deberíamos pensar que existe una mirada bastante subjetiva a la hora de hablar de problemas urbano-ambientales ya que la magnitud de tal calidad es una medida inexistente o poco certera y por tanto esto la coloca en una relación dialéctica y de lucha entre los sectores sociales que se ven afectados y la naturaleza o el espacio construido. Estas tensiones suelen empeorar cuando se trata de situaciones que pueden persistir a futuro, con lo cual la percepción de la desmejora de la calidad de vida afectará a generaciones por venir.
Desde mi punto de vista, ésta es la base fundamental de los llamados problemas urbano-ambientales y de su persistencia en el tiempo y en la conciencia colectiva. Todos conocemos las opiniones de muchos de los vecinos de Ushuaia. Observaciones del tipo “antes el bosque llegaba hasta mi casa”; “cuando yo llegue a Ushuaia todo era diferente, no había tantos autos, ni problemas de tránsito”; “atrás de mi casa corría un chorrillo que luego entubaron para poder urbanizar”, y la lista puede seguir indefinidamente. Lo cierto es, que si bien es verdad que todo tiempo anterior al actual fue distinto, caeríamos en un lugar demasiado común si dijéramos que fue mejor; y más aun si nos atreviéramos a asegurar que la calidad de vida fue mejor.
Pensar Ushuaia desde la Ecología Urbana
Debemos entender que los problemas urbano-ambientales y su inseparable amiga, la “calidad de vida” no dependen exclusivamente del tamaño del territorio de la ciudad, de la presencia de nuevos habitantes, de la existencia de nuevas tramas urbanas o del desarrollo de nuevas industrias. Por el contrario, se trata de aceptar que esa dinámica de relaciones debe mutar en el tiempo para acomodarse a la realidad imperante, proponiendo mecanismos que nos permitan sostener ese equilibrio tan preciado con el fin de lograr que el basamento fundamental que significa la articulación de los sectores sociales que conforman el ecosistema de la ciudad, logre la satisfacción de sus intereses y necesidades.
Ese es, en definitiva, el proceso que modela las características de la ciudad y de quienes la habitamos. Este “habitar” nos determina como un modo de expresión, nos constituye como grupo histórico y, en definitiva, nos permite vivir en una ciudad cuya calidad de vida está íntimamente relacionada al hábitat que tanto soñamos. Es por esta razón que nunca estará demás comenzar a prestar atención a las nociones que brinda la ecología urbana para sumar a los debates y la planificación urbana, premisa fundamental a la hora de pensar las problemáticas de la ciudad actual y futura.
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