El caso podría encuadrarse en un crimen por odio a la diversidad sexual.
Un muchacho de 19 años de edad, identificado como Lautaro Maximiliano Ortigoza, fue encontrado por sus familiares con un hilo de vida y en la construcción derruída que antiguamente supo ocupar el desaparecido frigorífico CAP, en calle Portolán al 50, en Río Grande, el martes 11 de junio, alrededor de las 21. El joven estaba desmayado y su cabeza y cuerpo mostraban signos de haber sido golpeado y tajeado de manera brutal y con increíble saña. La gravedad de las lesiones infligidas es tal que hasta la fecha Ortigoza permanece internado en la UTI del HRRG.
Avisado el personal de la comisaría cuarta, se dirigió al lugar junto a efectivos de la División Delitos Complejos, iniciando una investigación que rápidamente arrojó resultados con la detención en carácter de incomunicados de Dylan Catriel Blanco y Mía Martina Jazmín Villanueva, ambos de 18 años de edad. Posteriormente también se localizó a un adolescente de 15 años de edad, familiar de la víctima, quien se constituyó en el principal sospechoso del hecho.
Material fílmico de cámaras de seguridad y testimonios recabados permiten inferir que Ortigoza habría sido citado probablemente por la chica en ese lugar abandonado, encontrándose al llegar con que ella estaba acompañada por Blanco y por el joven de 15 años.
Al tomar intervención en el caso el Juzgado de Instrucción N° 3 del Distrito Judicial Norte, a cargo de la jueza Cecilia Cataldo, se ordenó la realización del allanamiento de los domicilios de los detenidos, en calle Los Sauces al 100 uno y en Rafaela Ishton al 900, el otro, con resultado positivo en ambos casos.
En virtud de ello y luego del secuestro de los elementos hallados la pareja fue privada de la libertad, sospechada de haber incurrido en una primera instancia del delito de homicidio en grado de tentativa y alojada en distintos calabozos de una dependencia policial. El principal sospechoso, en tanto, se encuentra en su domicilio bajo vigilancia, dado que por su edad requiere de un trato específico por su condición de menor.
A la ferocidad del ataque, que no se descarta pueda encuadrarse como un delito de odio durante la sustanciación de la causa, se suma como agravante el hecho de que Ortigoza fue abandonado a su suerte en la construcción abandonada, grávemente herido y con una muerte segura por hipotermia de no haber providencialmente llegado sus amigos a buscarlo.
En el expediente consta que el joven de 19 años fue al edificio ubicado en un descampado engañado por una estrategia perversa ideada por al menos las tres personas sospechadas. Al parecer la detenida se hizo pasar por el menor, utilizando su cuenta de una red social, en un contexto de conspiraciones y relaciones desencontradas. Al llegar la víctima adonde lo habían citado se encontró con ella pero también con Blanco y con el adolescente, restando todavía determinar quién o quiénes le causaron más de 200 tajos y contusiones por golpes en todo el cuerpo.
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