FUE TRASLADADO DESDE USHUAIA A RIO GRANDE A LAS POCAS HORAS DE QUE SU EX PAREJA LO DENUNCIARA
Otro sórdido caso de presunto abuso sexual infantil está en pleno proceso de investigación en la órbita del Juzgado de Menores del distrito judicial Sur, sumándose al alarmante índice de hechos de este tipo que ubica a Tierra del Fuego en el tope del ranking nacional.
Fue la madre de una niña de 9 años quien radicó la noche del lunes último una denuncia en la que acusó a su ex pareja – el recluso identificado solo como A.P (dado que es su hija biológica la presunta víctima y lleva su mismo apellido) – de haber sometido a toqueteos impúdicos a la menor, en oportunidad de visitar la nena a su padre en lo que se conoce como “Anexo 1”. Se trata de un área de visitas ubicado en las dependencias policiales de la esquina de Goleta Florencia y Olegario Andrade, en la capital fueguina, en la que los detenidos reciben a sus familiares, bajo la custodia del personal del Servicio Penitenciario de Tierra del Fuego.
La madre de la niña admitió también que no fue ella quien la acompañó a ver a su padre, si no que la envió con otra mujer que iba a ir al mismo lugar, a visitar a su marido preso.
Según se pudo saber, la progenitora de la menor decidió radicar la denuncia luego de que su hija le relatara que su papá la había llevado a una celda, en donde la había tocado en sus partes íntimas.
Luego de que le fueran recibidos los dichos a la denunciante, se precipitó una batería de medidas que comenzaron con un pedido de sumario administrativo a todo el personal del Servicio Penitenciario que el domingo en horas de la tarde se encontraba apostado en el lugar en donde el hombre recibió la visita y también el inmediato traslado del sujeto a la Unidad Penal Nro 1 de la ciudad de Río Grande, adonde se encuentra alojado actualmente.
Con respecto a las causales por las que A.P., se encuentra purgando una pena en la Alcaidía de Ushuaia se pudo saber que se trata precisamente de una condena por la comisión de abusos sexuales. El interno estaba próximo a recuperar su libertad, aunque en la práctica desde hace bastante tiempo que venía realizando actividades “laborales” extra muros (ver recuadro aparte).
La madre de la niña tampoco quedará eximida de ser interrogada por la autoridad judicial, dado que resulta a todas luces extraño que sabiendo que su ex pareja se encontraba recluida por abuso sexual, haya confiado a su hija a otra mujer para que la llevara a la cárcel.
Asimismo, resultará fundamental la palabra de la menor cuando mediante el uso de la Cámara Gessell por parte de personal experto, se le pregunte qué ocurrió el domingo, cuando fue llevada al recinto carcelario por una mujer que como iba a visitar a su esposo se desentendió de ella y la depositó en las manos de un abusador sexual condenado.
Un capítulo aparte es el de la responsabilidad del Servicio Penitenciario y del protocolo que se debe aplicar a la hora de las visitas, las que en caso de ser menores de edad siempre deben estar acompañadas por un familiar responsable, lo que en este caso no ocurrió. Los agentes penitenciarios también deberán explicar – en caso de que efectivamente haya sido así – cómo el interno se apartó de la vista del personal de control y se dirigió a una celda con la menor.
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