Hoy: Ramón Carrillo
En estos tiempos donde todo parece ser igual, donde parece que el trabajo, el sacrificio y la acción de quienes nos precedieron carecen de valor, quisiera rescatar de la historia a hombres que otorgaron gran parte de su existencia al bien de los demás. Seres que no pensaron en el “yo” si no en un “nosotros”. Personas que cuando se observa el trabajo que han realizado para la salud publica, adquieren al cabo del tiempo mayor relevancia que la reconocida en su propia época.
Fue el primer ministro de Salud de la nación e impulsor de la medicina social en nuestro país. Durante los ocho años de su gestión en combinación con la Fundación Eva Perón, realizó una tarea titánica. Entre 1946 y 1951 se construyeron 21 hospitales con una capacidad de 22.000 camas. La fundación construyó policlínicos en Avellaneda, Lanús, San Martín, Ezeiza, Catamarca, Salta, Mendoza, Jujuy, Santiago del Estero, San Juan, Corrientes, Entre Ríos y Rosario. Se estableció la gratuidad de la atención de los pacientes, los estudios, los tratamientos y la provisión de medicamentos. Un novedoso tren sanitario recorría el país durante cuatro meses al año, haciendo análisis clínicos y radiografías y ofreciendo asistencia médica y odontológica hasta en los lugares más remotos del país, a muchos de los cuales nunca había llegado un médico.
Se lanzaron planes masivos de educación sanitaria y campañas intensivas de vacunación, con lo que en pocos años se logró la erradicación del paludismo, la eliminación de las epidemias de tifus y brucelosis, se logró combatir casi por completo la sífilis y disminuir la incidencia del Mal de Chagas. Además, el índice de mortalidad por tuberculosis se redujo en un 75 por ciento y la mortalidad infantil descendió a la mitad. Se crearon más de 200 centros de atención sanitaria en todo el país y más de medio centenar de institutos de especialización.
Carrillo impulsó la creación de EMESTA, primera fábrica nacional de medicamentos, ideada para el abastecimiento de remedios a bajo precio. También apoyó a laboratorios nacionales, a través de incentivos económicos, procurando que la población tuviera acceso a los remedios. El EMESTA Empresa de Medicamentos del Estado Argentino funcionaba en el Instituto Malbrán y producía medicinas un 70% más baratas que las de los laboratorios privados.