LAS PERICIAS DESCARTARON LA INTERVENCION DE TERCEROS
Los restos de Daniel Alberto Belbey, quien vivía solo en los fondos de un predio con departamentos de alquiler de la calle Tekenika, con una madre anciana como única familia, fueron sometidos a una autopsia en las últimas horas.
El Secretario de Acción Social de la Asociación de Trabajadores del Estado fue encontrado este jueves sin vida y las primeras pericias indicaron que se trataba de un suicidio.
Belbey y el Presidente de la Comisión de Viviendas Miguel Arana habían sido denunciados por el secretario general de ATE, Carlos Córdoba, como presuntos autores de una estafa a afiliados que se nuclean en la la entidad gremial y a particulares.
El empleado municipal fue hallado el jueves 1ero de junio en inmediaciones de las canchas del polideportivo municipal de Ushuaia, ahorcado en las gradas de las tribunas.
La complejidad del caso hizo sospechar en un primer momento que el gremialista no tomó la decisión de quitarse la vida sino que su deceso pudo haber sido provocado por terceros. La versión cobró fuerza cuando se supo que Belbey había sido notificado de que el próximo jueves 21 de junio debía presentarse a declarar, en carácter de imputado, ante el Juzgado de Instrucción Nro 1.
Fueron los peritos forenses del Hospital Regional Ushuaia los que descartaron que su cadáver presentara algún indicio de criminalidad (marcas en otras zonas del cuerpo, además del cuello) confirmando así que el sindicalista se ahorcó, sin intervención de terceros.
Personal de la División Policía Científica realizó además en las gradas del predio deportivo, un exhaustivo peritaje que no arrojó la existencia de otras pisadas más que las de Belbey y encontraron en el caño del que apareció el cuerpo pendiendo, solo huellas digitales de la víctima.
Un tercer elemento confirmó que Daniel Alberto Belbey no fue asesinado.
Las cámaras de seguridad de la calle lo muestran caminando por calle Tekenika (en donde se domiciliaba) en dirección a las canchas al aire libre del polideportivo municipal, sin compañía y llevando un balde de color blanco. Ese mismo elemento aparecería después en el lugar en donde apareció su cuerpo.
Sus allegados no obstante dicen por lo bajo que creen que se trató de “un suicidio inducido”. Todos coinciden en señalar que el gremialista “tenía mucho miedo”, y señalaron que la golpiza que recibió su compañero de trabajo, de actividad sindical, amigo y compadre, Miguel Angel Aranda, fue un mensaje “de lo que le iba a pasar a él o a su madre, la única familia que tenía”- expresaron sin revelar sus nombres “porque este es un caso muy turbio”. Otros empleados estatales arriesgaron otra hipótesis: “Daniel tenía que presentarse a declarar en la Justicia el 21 de junio… capaz que haya habido gente preocupada por los nombres que él podía llegar a mencionar…”.
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