Tras meses de investigación y práctica, la Fuerza Aérea Argentina logró llegar con un Saab 340 al Continente Blanco. ¿Por qué la misión marcó un hito en la historia aeronáutica militar?
“Una verdadera hazaña aeronáutica”, resumen los especialistas desde el edificio Cóndor, sede de la Fuerza Aérea Argentina (FAA): se refieren al aterrizaje de un Saab 340 por parte de una tripulación militar en la pista de la base antártica Marambio.
¿Por qué es tan importante? “Porque es la primera vez en la historia que se lleva a cabo y es el resultado de un largo proceso de planificación”, explica el personal de la Fuerza.
Lo cierto es que la misión, cuyo comandante fue el brigadier Diego García, permitió sentar un antecedente fundamental para el país: a partir de ahora, Argentina dispondrá de un nuevo sistema de armas para asegurar nuestra presencia en cada una de las bases donde, año a año, se despliega a personal científico y militar.
Un dato: la FAA vuela hacia la Antártida, por la Antártida y desde la Antártida a partir de la década del cincuenta. En ese sentido, es el Hércules C-130 el responsable del puente aéreo que une a ambos continentes durante los 365 días del año. Ahora, la tripulación del Saab 340B sabe que tiene la capacidad de sumarse a este sistema.
El Saab 340 y las bajas temperaturas antárticas
“Con ese incentivo, y contagiados del espíritu que genera en la aviación de transporte aéreo militar y la actividad de vuelo en el Continente Blanco, surgió la inquietud de emplear el Saab 340B en ese ambiente operacional”, comentaron desde la Fuerza Aérea.
¿Por qué el Saab 340B? Básicamente, porque se trata de una alternativa viable para cumplimentar los requerimientos de traslado de pequeños grupos de pasajeros (hasta 33) y cargas de bajo peso y volumen. En palabras del personal de la Fuerza, el Saab –desarrollado y fabricado por Suecia– es una aeronave de pasajeros regional que, además, suma a sus ventajas su experiencia en las rutas patagónicas, al servicio de Líneas Aéreas del Estado (LADE): “Han dado muestras de su efectividad para cumplir con un servicio regular en un entorno de clima frío”.
Obviamente, antes de decidir ir con el Saab a la Antártida, la Fuerza Aérea analizó el desempeño de la aeronave, sobre todo para su uso en tareas de abastecimiento con aterrizaje y evacuaciones de emergencia: ¿podía concretar la misión?
El paso a paso de una operación inédita
Si bien el proyecto fue presentado hace varios años, recién en 2022, y ante la necesidad de contar con medios alternativos al Hércules C-130 para volar hacia la Antártida, la iniciativa cobró fuerza: fue presentada a las autoridades castrenses, quienes analizaron y desarrollaron el planeamiento necesario. Ese año, y como requisito previo, se logró el primer aterrizaje del Saab 340B en una pista no pavimentada en la provincia de Chubut. A partir de ese momento, solo restó intensificar el adiestramiento y las tareas logísticas para la operación.
El 2024 llegó con novedades: el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Fuerza emitió una Directiva para la concreción de la primera operación antártica de las aeronaves Saab 340B. Para ese momento, el proyecto ya había generado el interés del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR), organismo que proporcionó los apoyos logísticos en las bases antárticas y a través de ellas.
El jefe del Escuadrón Aéreo VI de Transporte, mayor Lucas Antúnez, contó a DEF que la iniciativa representa uno de los hitos más importantes para su trayectoria. En palabras del oficial, el aterrizaje fue una operación inédita y sirvió para comprobar que el sistema de armas es apto para esta actividad.
Aterrizaje en permafrost: ¿por qué es difícil llegar a Marambio?
“Desde un comienzo, el primer desafío por cumplir con las tripulaciones designadas era aprender a operar la aeronave en pistas no pavimentadas con una longitud no mayor a 1300 metros”, detallaron desde la Fuerza Aérea. ¿A qué se debió este requisito? Básicamente, a que la pista de Marambio es de permafrost, una capa de suelo permanentemente congelado, y tiene apenas un poco más de 1.200 metros de largo y 40 metros de ancho.
En segundo lugar, los efectivos de la Fuerza se prepararon en torno a los procedimientos por realizar en tierra, tales como la revisión de la aeronave luego del aterrizaje, la recarga de combustible y aquellos enfocados en mitigar el efecto de la temperatura en los motores y las baterías. También se abordaron los procedimientos de evacuación de emergencia de la aeronave y las previsiones de supervivencia en un entorno marítimo.
Un aspecto clave: no fue necesario adaptar la aeronave para que operara en el Continente Blanco, porque el Saab viene preparado (de fábrica) para operar en clima de frío extremo y fue adquirido con las modificaciones adicionales necesarias para operar en pistas no pavimentadas.
Llegar a la Antártida: entre hielos y sin margen para errores
“Fue simplemente maravillosa”, resumen los efectivos sobre la travesía, un proyecto largamente soñado por cada uno de ellos. Además, cuentan que, como las buenas condiciones meteorológicas formaban parte de los requisitos para concretar el viaje, durante el vuelo pudieron ver de cerca el entorno geográfico antártico.
“Las etapas se cumplían conforme a lo planificado”, dicen, no sin antes explicar que estaban preparados para cualquier tipo de imprevisto: “Una vez lanzados hacia el continente antártico, los desafíos latentes estaban centralmente relacionados con la posibilidad de que la aeronave sufriera daños como consecuencia de la operación en pistas de grava y tierra. En particular, el énfasis estaba puesto en posibles averías en los neumáticos y en las hélices. Nada de eso ocurrió”.
El capitán Matías Almeida, segundo comandante de la aeronave, comenta que, teniendo en cuenta el marco operacional, no había margen para cometer errores, ni siquiera subsanables. “Las escasas distancias de pista, la conformación del terreno, las condiciones meteorológicas cambiantes y la administración del combustible disponible fueron los principales factores claves para la operación. Todo esto debió ser sometido a una planificación de acuerdo a las tablas de performance de la aeronave y la experiencia en las operaciones en pistas subestándar durante nuestras fases de adiestramiento”, explicó.
“Para un soldado, no hay mayor satisfacción que el deber cumplido”
Almeida, habilitado como comandante antártico, ya había volado al Continente Blanco con el sistema DHC-6 Twin Otter. Su testimonio da cuenta de la pasión que representa esta tarea para los efectivos militares y de la magnitud del paisaje, al que nadie puede ser indiferente.
“La satisfacción de volar sobre nuestra Antártida, operar en los glaciares con el uso de esquíes y abastecer las bases argentinas fue algo que pensé que no volvería a sentir cuando fui asignado al Escuadrón VI”, contó a DEF, al tiempo que agregó: “Años después, ese sentimiento volvió a cobrar vida cuando, en nuestra fase de descenso, comenzamos a observar la inmensidad del continente, los gigantescos bloques de hielo flotando a la deriva, las inconfundibles siluetas de la isla Seymour (Marambio) y, en su inseparable ladera, la pequeña isla Cockburn. Pero, esta vez, a bordo de un Saab 340″.
En palabras de Almeida, la misión jamás podría haberse concretado de no ser por el equipo de trabajo que opera el sistema. En ese sentido, también se expresó el comandante de la aeronave, vicecomodoro Ezequiel Rodríguez Cisneros: “Muchas veces, escuché y repetí la frase que dice que, para un soldado, no hay mayor satisfacción que la del deber cumplido. Sin embargo, en esta ocasión y circunstancia, adquirió una resignificación”.
Decididos a vencer
“Haber podido operar por primera vez y sin inconvenientes en la Antártida representa un avance en las posibilidades de abastecimiento logístico y de transporte en esa región”, resumen desde la Fuerza.
El orgullo de haber sido parte de la operación está presente en los testimonios de cada uno de sus integrantes. Cabe señalar que la misión también contó con la participación de un jefe de escuadrilla operativa, un operador de sistemas de entrega aérea, un inspector de aeronave y un mecánico a bordo; muchos de ellos con amplia experiencia en este tipo de vuelos. De todas maneras, para algunos, fue la primera vez que pudieron tomar contacto con el ambiente antártico. Por ejemplo, al suboficial auxiliar Patricio Farfán le llevó 16 años de carrera poder participar de una tarea de este tipo. “Conocer la Antártida y la base Marambio fue cumplir un sueño. Estoy muy orgulloso y feliz por mí y por todos mis compañeros”, concluyó a DEF.
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