Cuando estamos en el “ojo del huracán” no podemos imaginar la vida más allá de unos pocos metros. Todo gira a nuestro alrededor, vuelan desde los sueños hasta los cimientos donde habíamos construido la existencia. Pero ese no es el fin. Venida la crisis, también llega el cambio.
La historia mundial está repleta de crisis, tales como guerras y pandemias, situaciones que marcaron un antes y un después. Estas hicieron que las sociedades tocaran fondo, que el péndulo social se inclinara tan exageradamente para un lado que tuvo que salir toda una generación a impulsarlo bien lejos de ahí. Pero, ¿hasta dónde llega el rebote de la aguja?
Esto me trae a colación la letra de una canción, “Bolivia” (2014), del cantautor uruguayo Jorge Drexler, a quien me gustaría citar, y dice:
Y el péndulo viene y va
Y vuelve a venir e irse
Y tras alejarse vuelve
Y tras volver, se distancia.
Y cambia la itinerancia
Y los barcos van y vienen
Y quienes hoy todo tienen
Mañana por todo imploran.
Y la noria no demora
En invertir los destinos
En refrescar la memoria.
Y los caminos de ida
En caminos de regreso
Se transforman, porque eso
Una puerta giratoria
No más que eso, es la historia.
Los historiadores cuentan que luego de la gripe española de 1918-1919, llegaron “los años locos”, la liberación, el nudismo y el baby boom. También la mayor inserción laboral de mujeres y toda una década signada por la prosperidad y la innovación. ¿Qué podemos esperar del mundo post COVID-19?
Hace poco se difundió en medios de todo el país que el médico y sociólogo de la Universidad de Yale, Nicholas Christakis, en su libro Apollo’s Arrow: The Profound and Enduring Impact of Coronavirus on the Way We Live (La flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en nuestro modo de vida), visiona una época de sexo licencioso (según el diccionario de la Real Academia Española significa “libre, atrevido, disoluto”) y mucho gasto. Christakis señala: “Durante las epidemias hay aumentos en la religiosidad, la gente se vuelve más abstemia, ahorra dinero, elude los riesgos. Hoy estamos viendo todo eso, como hemos visto durante cientos de años de epidemias”. A ello, le sigue un período de recuperación del tejido social en todos sus aspectos. “Hacia 2024 las tendencias de la pandemia se habrán revertido. La gente va a buscar interacción social sin pausa. Eso podría incluir sexo licencioso, mucho gasto y una retracción de la religiosidad”.
En la misma línea, se difundió un reportaje realizado a la licenciada en psicología Mariela Mociulsky, CEO y fundadora de Trendsity, que indicó: “Se estima que para cuando esto realmente termine habrá un cambio rotundo de tendencias, de la necesidad de control y certidumbre hacia la búsqueda de libertad, de nuevas formas de expresión y de creatividad. Pasó en las posguerras.”
Otras voces influyentes, salieron a pronosticar que de no hacer un cambio como sociedad, en unos años nos tocará enfrentarnos con una nueva pandemia. También se habló de un éxodo de las ciudades a zonas rurales y hasta del fin del capitalismo. Y así, podríamos seguir por varias páginas, entre quienes se precipitan a leer el futuro post COVID-19, quizá en el afán de poder controlar algo entre tanta incertidumbre. Pero entonces… ¿a quién escuchamos?
Tal vez antes que depender de las respuestas de otro (que además aparecen en nuestra mente bajo el formato de certezas, porque las cuestionamos poco), sería más útil preguntarnos qué nos gustaría que pase. ¿Qué cosas funcionan como sociedad y cuáles no? Y en virtud de esas respuestas, seguir interrogándonos: ¿qué cosas hacemos en evidente contradicción con la ciudad/ provincia/ país que queremos alcanzar? El doctor en sociología Silvio Waisbord, señaló: “La historia ofrece importantes sugerencias, pero no brinda lecciones que se puedan calcar y aplicar a futuro… No hay modelo único de sociedad que nos espera en la pospandemia por la sencilla razón que no hay situaciones o condiciones idénticas.”
No soy historiadora ni socióloga, pero pensar la historia como un movimiento pendular me resuena mucho a la lógica binaria. Las cosas no se reducen a ser algo o su opuesto, sino que en la escala que une al blanco y al negro es donde emergen los colores. Donde está la riqueza de la existencia y la creación como motor incansable e inagotable de vida. “Ideas hechas, frases ostentosas y promesas superficiales devuelven el júbilo de la tribuna propia, pero no ayudan a enfrentar el desafío.” (S. Waisbord) Tenemos todo por delante. Se pueden cumplir los pronósticos o abrir paso a la oportunidad de elegir cómo queremos seguir.
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